Manuel Belgrano dejó a
su paso por la vida, huellas de sabiduría. La Bandera blanca y celeste es el
más luminoso acto gestado en las profundidades de su transparente alma, sin
duda coronada de luz eterna. Hoy traemos a esta localidad de Valle Viejo la
Enseña que tremoló durante un mes seguido, de día y de noche, junto al Mausoleo
de su insigne Creador.
Ese creador, el General
Manuel Belgrano, fue uno de los hombres que más hizo por la Ciencia: unas de
las personas con mayor visión por la cultura científica del país.
Supo entender desde el
principio, el potencial que tenían la ciencia y la técnica dentro de la
construcción de lo social. Creó las Academias de Matemática y de Náutica.
Fundó varias
instituciones de enseñanza técnico-profesionales. Fue uno de los principales
promotores de los experimentos en el rubro agrícola.
Soñó con potenciar los
conocimientos de una sociedad, lejos de la indigencia y muy cercana al
desarrollo.
Manuel Belgrano, ser
notable de aspiraciones supremas; rico en sendas de luz y pensamientos nobles
dirigidos todos, a salvar a su Patria.
Manuel Belgrano como Ulises y Hércules, fue un héroe
de la “tenacidad” y jamás vaciló en salvar a los indefensos.
Su misteriosa fortaleza
le venía de Dios, y de Él su afán de superación. El carácter inseguro de la
vida no detuvo sus anhelos de bien.
Se ha dicho que la
calidad de su sangre de héroe hizo de don Manuel José Joaquín del Corazón de
Jesús un eximio “Libertador de Pueblos”.
No cayó nuestro Prócer
de la Bandera, en la ambición de honores, ni en las inseguras redes de la
soberbia y de la arrogancia.
Fue grande en la tierra
es, en el cielo, luz que no se apaga.
Tampoco conoció el afán
de dignidades porque su ser fue un cofre de virtudes extraordinarias: es que
pertenecía al insondable mundo de lo heroico.
Estas humildes glosas
describen tenuemente la grandeza de quien supo exaltar en sumo grado la virtud
motora del patriotismo y la virtud instrumental de la valentía.
De una forma indirecta,
este solar donde hoy nos encontramos y que llamamos Valle Viejo, no escapó al
pensamiento del Hijo Pródigo de Buenos Aires.
Las tribus Calchaquíes, Quilmes, Motimos, Polcos, Autigasta, Choyanos,
Pomangastos y Capayanes, pueblos que generalizamos como Diaguita, fueron comprendidas
y entendidas en su peso y valor de
pueblo originario; el pensamiento del gran letrado lo ocupó y preocupó a tal
punto que hizo en Belgrano procurar que estuvieran presentes en la construcción
del país, al que pensaba pluricultural.
Recordemos que tras el
logro de la Revolución de Mayo, Belgrano fue enviado a la cabeza de la
expedición al Paraguay; durante aquella campaña, en diciembre de 1810, redactó
el “Reglamento para el Régimen Político y
Administrativo y Reforma de los Treinta Pueblos de las Misiones”. En sus
artículos sentaba posición sobre los derechos y obligaciones de los miembros de
las Comunidades Indígenas todas, permitió darles visibilidad y notoriedad incorporándolos en las filas de sus
ejércitos, siendo parte impulsora del proyecto independentista que abogaba y
que redactó en la Constitución monarquía para el pretendido Reino del Río de la
Plata, Chile y Perú, cuya corona posiblemente -entre otras- recaería en la
sangre inca de sus legítimos dueños.
Aquel documento
mencionaba que, “todos los naturales de
Misiones son libres, gozarán de sus propiedades y podrán disponer de ellas como
mejor les acomode, como no sea atentando contra sus semejantes”, además
establecía la “suspensión del tributo por
diez años hasta que puedan producir y también vivir dignamente”, el “establecimiento de escuelas gratuitas de
primeras letras, artes y oficios”, el “fomento
del comercio de los productos de las comunidades”, la “igualdad absoluta entre criollos y naturales”, la “habilitación para ocupar cualquier empleo,
incluso militar y eclesiástico”, la “provisión
de semillas y elementos de labranza hasta que puedan procurárselas por su
cuenta”, y otros tantos, reflejando así de modo indiscutible el
reconocimiento de los derechos de los Pueblos Indígenas.
La huella del General
Belgrano en estas tierras de la Gobernación del Tucumán y que hoy llamamos tierra
catamarqueña, no son precisas y resultan técnicamente subjetivas; no obstante
ello, la tradición oral hace entender que de alguna manera, quizás reservada,
el Creador de la Bandera Nacional piso esta tierra allá cuando estaba al frente
del Ejército del Norte. No lo podemos asegurar, pero tampoco desalentar.
No obstante ello, es
conocida la relación que Belgrano mantuvo con don Feliciano de la Mota Botello
a quien conoce y tiene trato desde 1810 y que en la confianza merecida, logrará que el Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón lo
nombrara Gobernador del Tucumán allá por septiembre de 1817.
Manuel Belgrano mantuvo
también cordial trato con el padre Manuel Antonio Acevedo, Sacerdote salteño
que llegó a ser Cura Párroco en Belén de Catamarca, y quien fuera elegido
diputado por esta Provincia al Congreso de Tucumán fue un ferviente adherente
al movimiento revolucionario.
A instancias de ellos
dos, Mota Botello y Acevedo, quienes pidieron la intervención de su amigo
Belgrano ante el Poder Ejecutivo en Buenos Aires, es que Catamarca no pagó el gravamen
patriótico impuesto por el Congreso, damos créditos a las investigaciones que al
respecto hiciera el presbítero Ramón Rosa Olmos eximio historiador local,
miembro de la Junta de Historia Eclesiástica Argentina, y que publicara en su
célebre libro “Historia de Catamarca” en 1957.
Y es dable entender la
justificación de la exención, pues estas tierras ya habían realizado sobrados aportes
a la guerra de independencia aportando hombres, ganado, víveres y enseres. Así
lo testimonian por ejemplo los reclutas y milicianos que participaron en la
Batalla de Tucumán; los alimentos que socorrieron a las tropas: animales,
pasas, y harina; y elementos como telas para vendas y suelas para calzados que
procedían de Andalgalá, Belén y Santa María entre otros lares de esta bendita
tierra.
Resuena al día de hoy
una exhortación que pudo estar en los labios del General Belgrano: "si los hijos de Catamarca quieren
darle laureles de gloria a la Patria, que vengan a unirse a los soldados
jujeños, santiagueños, tucumanos y salteños". Y así se hizo.
La tradición, ese hilo
de trasmisión oral que alienta y alimenta la historia anecdótica de generación
en generación, vuelve a interpelarnos ahora, alejados de los cañones y más
cercanos al mundo del común. Nos referimos a los estamentos de aquella sociedad
a la cual Belgrano no era esquivo y que cortejaba con gran brillo y lucimiento.
Pues fue también aquel General un dandy en toda su expresión y alcance, siendo un arquetipo y modelo de persona
refinada, educada y exquisita, con una personalidad arrolladora y poseedora de
encantos únicos.
Siendo lo que era por naturaleza y en el contexto de la
adversidad del tiempo en que le tocara vivir, se sitúa y vincula a Belgrano con el círculo
social de las metrópolis, imponiendo en los salones el baile de “La Condición”,
una
danza que es homenaje permanente al Buen Hijo de la Patria. Y si la bailó con doña Luisa Isabel de la
Mota Botello, hija de don Feliciano de la Mota Botello, es una hermosa
conjetura que subrayamos con notas de galantería. “La Condición”, nadie lo duda
estará ligada perennemente a Catamarca; es la danza belgraniana por excelencia,
mezcla de minué y zamba, esperada y celebrada en los salones y tertulias de la
sociedad virreinal.
Retornando a estos
tiempos, felices y complacidos estamos de estar junto a Ustedes, compartiendo
estas pinceladas de la gran obra del abogado porteño que llegó a ser Prócer
Americano.
Nuestra egregia
Academia, como bien se sabe, fue creada el 17 de abril de 1965 para pregonar
los designios de tan singular personaje, hoy aquí en Valle Viejo con 58 años de
vida recién cumplidos renueva su propósito y hace llegar a Ustedes un cálido
saludo y, a la vez, les pide que difundan el amor a la cultura y, no dejen jamás
de dar nuevo aliento al bien común.
Gloria al General
esmaltado de vigor tenaz, que nada quiso ser, como lo afirmara sin dudar.
Muchas gracias.
Prof. Rubén
Alberto Gavaldá y Castro
Académico
Presidente
Valle Viejo, Provincia de Catamarca, 18 de abril de 2023