jueves, 20 de abril de 2023

"fue también aquel General un dandy en toda su expresión y alcance". Discurso del Señor Presidente de la Academia Belgraniana en Valle Viejo, Provincia de Catamarca, en ocasión de la donación de la Bandera Nacional a dicha localidad.

 


Manuel Belgrano dejó a su paso por la vida, huellas de sabiduría. La Bandera blanca y celeste es el más luminoso acto gestado en las profundidades de su transparente alma, sin duda coronada de luz eterna. Hoy traemos a esta localidad de Valle Viejo la Enseña que tremoló durante un mes seguido, de día y de noche, junto al Mausoleo de su insigne Creador.

Ese creador, el General Manuel Belgrano, fue uno de los hombres que más hizo por la Ciencia: unas de las personas con mayor visión por la cultura científica del país.

Supo entender desde el principio, el potencial que tenían la ciencia y la técnica dentro de la construcción de lo social. Creó las Academias de Matemática y de Náutica.

Fundó varias instituciones de enseñanza técnico-profesionales. Fue uno de los principales promotores de los experimentos en el rubro agrícola.

Soñó con potenciar los conocimientos de una sociedad, lejos de la indigencia y muy cercana al desarrollo.

Manuel Belgrano, ser notable de aspiraciones supremas; rico en sendas de luz y pensamientos nobles dirigidos todos, a salvar a su Patria.

Manuel  Belgrano como Ulises y Hércules, fue un héroe de la “tenacidad” y jamás vaciló en salvar a los indefensos.

Su misteriosa fortaleza le venía de Dios, y de Él su afán de superación. El carácter inseguro de la vida no detuvo sus anhelos de bien.

Se ha dicho que la calidad de su sangre de héroe hizo de don Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús un eximio “Libertador de Pueblos”.

No cayó nuestro Prócer de la Bandera, en la ambición de honores, ni en las inseguras redes de la soberbia y de la arrogancia.

Fue grande en la tierra es, en el cielo, luz que no se apaga.

Tampoco conoció el afán de dignidades porque su ser fue un cofre de virtudes extraordinarias: es que pertenecía al insondable mundo de lo heroico. 

Estas humildes glosas describen tenuemente la grandeza de quien supo exaltar en sumo grado la virtud motora del patriotismo y la virtud instrumental de la valentía.  

De una forma indirecta, este solar donde hoy nos encontramos y que llamamos Valle Viejo, no escapó al pensamiento del Hijo Pródigo de Buenos Aires.  Las tribus Calchaquíes, Quilmes, Motimos, Polcos, Autigasta, Choyanos, Pomangastos y Capayanes, pueblos que generalizamos como Diaguita, fueron comprendidas y entendidas  en su peso y valor de pueblo originario; el pensamiento del gran letrado lo ocupó y preocupó a tal punto que hizo en Belgrano procurar que estuvieran presentes en la construcción del país, al que pensaba pluricultural.

Recordemos que tras el logro de la Revolución de Mayo, Belgrano fue enviado a la cabeza de la expedición al Paraguay; durante aquella campaña, en diciembre de 1810, redactó el “Reglamento para el Régimen Político y Administrativo y Reforma de los Treinta Pueblos de las Misiones”. En sus artículos sentaba posición sobre los derechos y obligaciones de los miembros de las Comunidades Indígenas todas, permitió darles visibilidad y  notoriedad incorporándolos en las filas de sus ejércitos, siendo parte impulsora del proyecto independentista que abogaba y que redactó en la Constitución monarquía para el pretendido Reino del Río de la Plata, Chile y Perú, cuya corona posiblemente -entre otras- recaería en la sangre inca de sus legítimos dueños.

Aquel documento mencionaba que, “todos los naturales de Misiones son libres, gozarán de sus propiedades y podrán disponer de ellas como mejor les acomode, como no sea atentando contra sus semejantes”, además establecía la “suspensión del tributo por diez años hasta que puedan producir y también vivir dignamente”, el “establecimiento de escuelas gratuitas de primeras letras, artes y oficios”, el “fomento del comercio de los productos de las comunidades”, la “igualdad absoluta entre criollos y naturales”, la “habilitación para ocupar cualquier empleo, incluso militar y eclesiástico”, la “provisión de semillas y elementos de labranza hasta que puedan procurárselas por su cuenta”, y otros tantos, reflejando así de modo indiscutible el reconocimiento de los derechos de los Pueblos Indígenas.

La huella del General Belgrano en estas tierras de la Gobernación del Tucumán y que hoy llamamos tierra catamarqueña, no son precisas y resultan técnicamente subjetivas; no obstante ello, la tradición oral hace entender que de alguna manera, quizás reservada, el Creador de la Bandera Nacional piso esta tierra allá cuando estaba al frente del Ejército del Norte. No lo podemos asegurar, pero tampoco desalentar.

No obstante ello, es conocida la relación que Belgrano mantuvo con don Feliciano de la Mota Botello a quien conoce y tiene trato desde 1810 y que en  la confianza merecida, logrará que el Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón lo nombrara Gobernador del Tucumán allá por septiembre de 1817.

Manuel Belgrano mantuvo también cordial trato con el padre Manuel Antonio Acevedo, Sacerdote salteño que llegó a ser Cura Párroco en Belén de Catamarca, y quien fuera elegido diputado por esta Provincia al Congreso de Tucumán fue un ferviente adherente al movimiento revolucionario.

A instancias de ellos dos, Mota Botello y Acevedo, quienes pidieron la intervención de su amigo Belgrano ante el Poder Ejecutivo en Buenos Aires, es que Catamarca no pagó el gravamen patriótico impuesto por el Congreso, damos créditos a las investigaciones que al respecto hiciera el presbítero Ramón Rosa Olmos eximio historiador local, miembro de la Junta de Historia Eclesiástica Argentina, y que publicara en su célebre libro “Historia de Catamarca” en 1957.

Y es dable entender la justificación de la exención, pues estas tierras ya habían realizado sobrados aportes a la guerra de independencia aportando hombres, ganado, víveres y enseres. Así lo testimonian por ejemplo los reclutas y milicianos que participaron en la Batalla de Tucumán; los alimentos que socorrieron a las tropas: animales, pasas, y harina; y elementos como telas para vendas y suelas para calzados que procedían de Andalgalá, Belén y Santa María entre otros lares de esta bendita tierra.

Resuena al día de hoy una exhortación que pudo estar en los labios del General Belgrano: "si los hijos de Catamarca quieren darle laureles de gloria a la Patria, que vengan a unirse a los soldados jujeños, santiagueños, tucumanos y salteños". Y así se hizo.

La tradición, ese hilo de trasmisión oral que alienta y alimenta la historia anecdótica de generación en generación, vuelve a interpelarnos ahora, alejados de los cañones y más cercanos al mundo del común. Nos referimos a los estamentos de aquella sociedad a la cual Belgrano no era esquivo y que cortejaba con gran brillo y lucimiento. Pues fue también aquel General un dandy en toda su expresión y alcance, siendo un arquetipo y modelo de persona refinada, educada y exquisita, con una personalidad arrolladora y poseedora de encantos únicos.

Siendo lo que era por naturaleza y en el contexto de la adversidad del tiempo en que le tocara vivir,  se sitúa y vincula a Belgrano con el círculo social de las metrópolis, imponiendo en los salones el baile de “La Condición”, una danza que es homenaje permanente al Buen Hijo de la Patria.  Y si la bailó con doña Luisa Isabel de la Mota Botello, hija de don Feliciano de la Mota Botello, es una hermosa conjetura que subrayamos con notas de galantería. “La Condición”, nadie lo duda estará ligada perennemente a Catamarca; es la danza belgraniana por excelencia, mezcla de minué y zamba, esperada y celebrada en los salones y tertulias de la sociedad virreinal.

Retornando a estos tiempos, felices y complacidos estamos de estar junto a Ustedes, compartiendo estas pinceladas de la gran obra del abogado porteño que llegó a ser Prócer Americano.

Nuestra egregia Academia, como bien se sabe, fue creada el 17 de abril de 1965 para pregonar los designios de tan singular personaje, hoy aquí en Valle Viejo con 58 años de vida recién cumplidos renueva su propósito y hace llegar a Ustedes un cálido saludo y, a la vez, les pide que difundan el amor a la cultura y, no dejen jamás de dar nuevo aliento al bien común.

Gloria al General esmaltado de vigor tenaz, que nada quiso ser, como lo afirmara sin dudar.

Muchas gracias.

Prof. Rubén Alberto Gavaldá y Castro

Académico Presidente

Valle Viejo, Provincia de Catamarca, 18 de abril de 2023

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