Palabras y oración sobre Manuel Belgrano
Explanada de la Basílica de Santo Domingo, Buenos Aires
3 de junio de 2023
Monseñor Santiago Olivera, Obispo para las Fuerzas Armadas y
Federales de la República Argentina, (Obispo Castrense) - Académico honorario de la ABRA
Palabras de Don Manuel Belgrano: “En el nombre de Dios y con su santa gracia amén. Sea notorio como yo, Don Manuel Belgrano, natural de esta ciudad, brigadier de los ejércitos de las Provincias Unidas de Sud América, hijo legítimo de Don Domingo Belgrano y Peri, y Da. María Josefa González, difuntos: estando enfermo de la (enfermedad) que Dios Nuestro Señor se ha servido darme, pero por su infinita misericordia en mi sano juicio, (…) he dispuesto ordenar este mi testamento, creyendo ante todas las cosas como firmemente creo en el alto misterio de la Santísima Trinidad, Padre Hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero, y en todos los demás misterios y sacramentos que tiene, cree y enseña nuestra Santa madre Iglesia Católica Apostólica Romana, bajo cuya verdadera fe y creencia he vivido y protesto vivir y morir como católico y fiel cristiano que soy, tomando por mi intercesora y abogada a la Serenísima Reina de los Ángeles María Santísima, madre de Dios y Señora nuestra y devoción y demás de la corte celestial, bajo de cuya protección y divino auxilio otorgo mi testamento en la forma siguiente”
Estas
letras escritas por Belgrano, 25 días antes de su Pascua, podríamos decir
sintetizan la vida espiritual de un hombre, ilustre prócer de nuestra Patria,
que tuvo a bien valerse del don grande de la fe, para llevar adelante la tan
noble misión de construir nuestra Nación, dar inicio a nuestra Patria, ayudar,
velar y conquistar su Libertad.
Leemos en
una misiva enviada a su primo Francisco Martínez Villarino: “Mi querido Pancho: he recibido la tuya del
24 pasado, salimos bien porque Dios es quién protege nuestra causa, y Él se ha
encargado de dirigirla”
Bien le valen al General Belgrano,
estas firmes convicciones de la Palabra de Dios en labios del salmista:
“Si
Dios no construye la casa, en vano se cansan los albañiles, si el Señor no
guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas” (126)
Y en la
certeza del profeta Isaías: “Señor, tú
nos darás la paz, porque todas nuestras empresas nos las realizas tú” (26,12)
Así lo leemos en sus cartas, como la
que hemos compartido, como en tantas otras misivas que dan muestra de su fe
firme y segura en el Señor, como así también, su confianza de hijo hacia la
Virgen María, devoción mariana recibida desde el seno de su familia. Esta
confianza se hará muy presente, especialmente, en la Batalla de Tucumán de
1812. La gratitud y reconocimiento de Belgrano lo leemos en la carta enviada al
Triunvirato de aquel entonces:
“Remito dos banderas del Real de Lima y dos
estandartes de Cochabamba, para que V. E. tenga la bondad de mandar se coloquen
en el templo de Nuestra Madre y Señora de las Mercedes, como dedicadas por el
ejército de mi mando, en demostración de la gratitud a tan Divina Señora por
los favores que mediante su intercesión nos dispensó el Todopoderoso en la
acción del 24 pasado”.
Podríamos destacar tantas otras cosas del
querido General Belgrano, que dan muestra de un hombre de fe, fe que amalgamó
con su sentir patrio. Esto hizo de él, un hombre integro, cabal y modesto:
«Era tal
la abnegación con que este hombre extraordinario se entregó a la libertad de su
patria, que no tenía un momento de reposo. Nunca buscaba su comodidad. Con el
mismo placer se acostaba en el suelo o sobre un banco, que
en la mullida cama”
Cuanto bien
hace su figura a todos, pero especialmente a aquellos que tienen en sus manos
desafíos grandes en la edificación de nuestra Nación, en cuidar y velar por los
intereses más caros del bienestar de sus habitantes: salud, educación y
trabajo; seguridad y paz social.
Renovamos
lo compartido por los obispos: “la
necesidad urgente que todos los argentinos, y especialmente los cristianos,
descubramos mejor nuestra vocación por el bien común, y así nos convirtamos «de
habitantes en ciudadanos», corresponsables de la vida social y política, a lo
que nos ayuda el conocimiento y la aplicación de la Doctrina Social de la
Iglesia”[1]
Que el ilustre prócer, Don Manuel
Belgrano, sea un ejemplo para todos.
Antes de rezar juntos por nuestro país te pedimos Señor que
bendigas este símbolo de Nuestra Bandera Nacional, que significa la Patria,
nuestra entrega y nuestra unión en el servicio.
Bendice a todos los que transitamos en este nuestro suelo Patrio: + en el Nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo.
Rezamos confiados:
Jesucristo,
Señor de la historia, te necesitamos.
Nos
sentimos heridos y agobiados. Precisamos tu alivio y fortaleza.
Queremos
ser nación, una nación cuya identidad sea la pasión por la verdad y el
compromiso por el bien común.
Danos la
valentía de la libertad de los hijos de Dios para amar a todos sin excluir a
nadie, privilegiando a los pobres y perdonando a los que nos ofenden,
aborreciendo el odio y construyendo la paz.
Concédenos
la sabiduría del diálogo y la alegría de la esperanza que no defrauda.
Tú nos
convocas.
Aquí
estamos, Señor, cercanos a María,
que desde Luján nos dice:
¡Argentina!
¡Canta y camina!
Jesucristo,
Señor de la historia, te necesitamos. Amén.