DISCURSO
DEL SEÑOR ACADÉMICO PRESIDENTE DE LA
ACADEMIA BELGRANIANA DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
EN
LA CONMEMORACIÓN DEL 212 ANIVERSARIO
DEL
PRIMER IZAMIENTO DE LA BANDERA NACIONAL
Estimado compatriotas:
Hoy,
a la distancia, podemos aseverar que el triunfo de las tropas al mando del general Manuel Belgrano en la Batalla
de Tucumán, marcó el nacimiento de la Patria y la diferencia con el enemigo; en
ese marco, se consolida en el pensamiento del “Libertador de Pueblos” la
necesidad de dar a los suyos estímulos visuales, estímulos imperativos por los
que luchar, morir, dirigirse e insistir. Esa es la taumaturgia de la Bandera,
de la cual hoy conmemoramos 212 años de la gloriosa jornada a orillas del
Paraná, en el poblado de la Capilla del Rosario del Pago de los Arroyos.
Difícilmente
se encontrará en la faz de la tierra un pueblo que ame más a su Bandera, desde
el punto de vista sentimental, que el nuestro. No material, sino sentimental.
Aquel
paño blanco y celeste, enarbolado por el “Ideólogo de la Revolución de Mayo”, prevaleció a pesar de los cambios y
modificaciones que sufriera, y hasta de los ultrajes que recibió y aún lamentablemente recibe.
“Siendo
preciso enarbolar bandera y no teniéndola la mandé hacer blanca y celeste
conforme a los colores de la escarapela nacional” este
es el preclaro mandato de su creador.
Aquella
no fue una bandera para el ejército, como muchos señalan, así pensarlo es
rebajar o minimizar la categoría que “el Verdadero Revolucionario” quiso
darle al signo. En un documento, fechado antes del 27 de febrero de 1812,
Belgrano habla claramente de la necesidad de tener una bandera para
distinguirse de los enemigos. La escarapela es una antecedente de los cambios
que Belgrano propusiera y que encontrara relativo eco positivo en el Poder
Ejecutivo de aquel entonces.
1816
fue el año de la oficialización del símbolo, que ya tenía una distribución
celeste, blanca y celeste “como actualmente se usa” rezaba el documento; 1818 fue el año en que aquella bandera del
Rosario fue adornada con un sol. Belgrano no se opuso, no criticó la
disposición que a instancia del diputado Chorroarín determinara el Congreso ya
reunido en Buenos Aires junto a la sede del ejecutivo de las Provincias Unidas
del Río de la Plata. No objetó nada, quizás, porque se había constituido en ese febo radiante,
un haz de luz intenso y refulgente, que iluminaría la vida de la nueva
nación.
La
bandera creada por el “Pionero de la Educación Pública”, es
una bandera nacida para una nueva nación, nación que él ya hacia latir en su
corazón y en su mente creadora; la prueba de ello es que esa idea se convirtió
en el Pabellón que nos representa ante el mundo y del cual estamos orgullosos
por lo que significa, por la hermosura de sus colores y por todo lo que encierra
de historia en su propio seno.
El
“Padre
de la Emblemática Nacional” concibió una Bandera para estas tierras de
color celeste claro del cielo. Enseña que fue primigenia y que en el fulgor de su glorioso tremolar sirvió de guía y
ejemplo triunfante para otros pueblos que la han remedado, en otras latitudes
de América, como símbolo de libertad.
El
“Creador
de nuestra enseña”, un
apasionado de las representaciones con sus significaciones, estaba llamado a
ser creador de símbolos y los símbolos son representativos de las
nacionalidades, de los países, así lo testimonia la Bandera de Curuzú Cuatía,
la Bandera de la Libertad Civil, la Bandera izada en Tucumán en 1812 conocida
como la Bandera de Aráoz de Lamadrid, la Bandera que describiera en la Constitución
Monárquica para el Reino Unido del Río de la Plata, Perú y Chile, entre otras
instancias; hasta la tradición lo refleja
cuando traza la visibilidad lograda con una bandera para aquel Real Consulado que se le había confiado.
En
el terreno de las suposiciones no podemos negar que en la mente del “Protector
de los pueblos originarios”, él
ha tenido consideración por los elementos autóctonos de la tierra que lo viera
nacer y proyectarse como un hombre íntegro, apasionado, audaz, pionero,
promotor y sobre todo fiel cristiano y servidor de su pueblo en el humilde
presente de entonces y en el gran futuro anhelado.
La
Academia Belgraniana, que desde 1965 hasta el presente, trabaja incansablemente
para que el legado belgraniano de paz y bien, libertad, amor y entrega por la
patria sea constante y permanente propósito ciudadano, agradece al Altísimo ser custodia de la
Bandera Nacional que flamea junto panteón que conserva los restos mortales de
aquel que siendo Padre de la argentinidad expresó que se contentaba con ser un
buen hijo de la patria.
En
su providencia, Dios, ha querido que esta corporación académica sea nexo entre
los Padres Predicadores y el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires,
hoy representada por las autoridades aquí presentes, en el marco de una
iniciativa que deseaba poner en valor el Mausoleo que aquí contemplamos.
Gracias a todos quienes se comprometieron en la restauración de esta obra, que
si bien es digna de apreciación, reluce tenuemente por yacer en su corazón de
piedra los restos mortales del “Prócer más grande de esta Nación”, “Adalid
de la Independencia hispanoamericana”.
A
las autoridades porteñas les pedimos hacer justicia por la memoria de quien
marcara un preclaro rumbo para nuestra patria, les solicitamos declaren oficialmente
a Manuel Belgrano el “Primer
prócer porteño” e “Hijo prominente de esta Ciudad”.
Su
pensamiento y acción, coronados por el yelmo y el águila de su heroísmo e
inmortalidad son siempre nuestra guía.
La
Bandera creada por aquel “Virtuoso americano”, aquella
conformada por los inmaculados colores blanco y celeste tuvo gran significación,
significación que muchos no comprendieron, ni aún comprenden.
Qué
los sagrados colores de nuestra Bandera, reflejo del cielo y de la vestimenta
de la siempre Virgen María, reluzcan!, y
que jamás sombra alguna se acerque a tan pura inspiración patriótica!
Gloria
eterna al Creador de la Bandera Nacional!
Gloria
eterna al Paño de argentinidad que nos legara don Manuel Belgrano!
Muchas
gracias.
Prof. Rubén Alberto Gavaldá y Castro
Convento de Santo Domingo
27 de febrero de 2024