jueves, 30 de diciembre de 2021

BELGRANO DIPLOMÁTICO


 " BELGRANO DIPLOMÁTICO "


Comentario del Sr. Sergio Valentín Salinas

Académico de Número - 28/12/2021


1814 fue un año decisivo para el futuro de las Provincias Unidas del Río de la Plata.  El ocaso de Napoleón Bonaparte desencadenaría el retorno del rey Fernando VIIº al trono español quien en el entretanto, ya hacía planes para enviar a América una fuerte expedición militar que le devolviera el poder sobre estas colonias. Esta crisis, sumados otros peligros externos e internos que conspiraban contra el éxito de la Revolución de Mayo, alentaron al Poder Ejecutivo a cargo del Director Supremo Gervasio Antonio de Posadas a retomar las misiones diplomáticas para conseguir apoyo y consenso. 

Manuel Belgrano y Bernardino Rivadavia fueron convocados; debían ir primero a Río de Janeiro donde era crucial hacer escala y tratar con el embajador inglés, lord Strangford antes de dirigirse a Londres para concluir luego en España. 

Salieron de Buenos Aires el 28 de diciembre, llevando consigo instrucciones públicas y reservadas. Las instrucciones públicas les encomendaba presentarse ante el Soberano Español y felicitarlo por su vuelta al trono. En la entrevista debían remarcar el mal desempeño de los funcionarios de la Corona en aquel 1810 y los males que ello trajo a los españoles americanos; la negociación debía ser respetuosa y pacífica para finalmente traer los resultados que debían ser expuestos ante la Asamblea General y sus resultados ser aprobados o no por ella.

Si esta instancia con la Madre Patria no tenía éxito se activarían las instrucciones secretas que habilitaba a los emisarios para dirigirse a otras cortes europeas en busca de amparo. El Dr. Manuel Belgrano y Bernardino Rivadavia sabían que, más allá de la situación de cortesía iniciada con España, el Gobierno de Buenos Aires buscaba la independencia política del continente o al menos la libertad cívica de las Provincias Unidas. 

MANUEL BELGRANO, EL BRIGADIER Y SUS UNIFORMES


" MANUEL BELGRANO, EL BRIGADIER Y SUS UNIFORMES "

 Ponencia del Prof. Jorge González Crespo, Consejero Académico 

Salón de Sesiones "Manuel Belgrano" de la Sede de la Academia Belgraniana 15/12/2021


 
 
 
 
 


LA BANDERA OFICIAL DE LA NACIÓN, BREVE ANÁLISIS DESDE 1811 A 1818


" LA BANDERA OFICIAL DE LA NACIÓN, BREVE ANÁLISIS DESDE 1811 A 1818 "


Comentario del Prof. PhD don Rubén Alberto Gavaldá y Castro

Académico Presidente - 21/11/2021


Antes de invitarlo a leer este humilde y breve análisis sobre el Pabellón, quisiera preguntarle estimado lector: ¿Usted cree que la Bandera Oficial Nacional fue creada por Manuel Belgrano?, seguramente me dirá ¡sí!, con total y plena seguridad, pero debo decirle -en honor a la verdad pura y con la admiración que tengo para con don Manuel Belgrano- que ¡NO!. La Bandera creada por el General don Manuel Belgrano no tenía sol; Belgrano no le puso sol a la bandera de la Villa del Rosario. Aclarada esta sutil pero no menor instancia, continuamos.

Tal cual ocurre con la Escarapela Nacional, ningún documento histórico menciona el diseño de la Bandera del 27 de febrero de 1812. Algunos la suponen celeste-blanco-celeste, y otros apoyan el supuesto de que estaba conformada por dos franjas, ya sea verticales u horizontales, blanca y celeste o a la inversa.

La más sostenida de ellas, parece ser una que la representa blanca y celeste, que deducen los historiadores es la extensión de una supuesta escarapela circular blanca con centro celeste; apoyando esta hipótesis en la similitud que guarda la Bandera de Belgrano con la Bandera de San Martín llamada de Los Andes, hoy Bandera de la Provincia de Mendoza. Estas palabras le decía Manuel Belgrano a San Martín en su carta fechada en Santiago del Estero el 6 de abril de 1814: "añadiré únicamente que conserve la bandera que le dejé y que la enarbole cuando todo el ejército se forme". Entendemos que el General San Martín hizo cumplir la voluntad del General Belgrano" pero sigue siendo una nueva hipótesis que no podemos aseverar históricamente.

"Siendo preciso enarbolar bandera y no teniéndola, mandela hacer blanca y celeste, conforme a los colores de la Escarapela Nacional. Espero que sea de la aprobación de V.E." textuales palabras de la misiva del general Belgrano al Triunviro. Reflexionemos: ¿Por qué era preciso?, ¿Qué entendía Belgrano por preciso?, sigamos: "la mande hacer blanca y celeste" ¿Cuándo? ¿Dónde? Seguramente la trajo ya hecha porque no es posible entender que la hizo allí e inmediatamente la enarboló.

Anoticiado el Triunvirato le contesta el 3 de marzo, en forma extensa y admonitoria, advirtiéndole que actitudes como la suya, pueden tener influencia desastrosa en la gestión de gobierno, para terminar exhortándolo a que haga pasar el episodio como un rasgo de entusiasmo, ocultando la bandera y subrogándola a la que se le envía. Esta, la que se le envió debió ser, una rojo y gualda como la de la fortaleza, según las ordenanzas reales del 28/5/1785 y del 8/3/1793, que corroboran el testimonio de grabados británicos mostrando la fortaleza en la invasión de 1806.

Muy razonablemente, el Triunvirato entendía que no era lo mismo una escarapela como distintivo de la tropa, que una bandera, de resonancia internacional y fuerte implicancia de autonomía e independencia en momentos de delicadas negociaciones políticas.

Nunca leyó Belgrano la carta del Triunviro, pues ascendido a general había partido para hacerse cargo de los Ejércitos del Norte, en reemplazo de Pueyrredón. Por ello, tres meses después celebra en San Salvador de Jujuy el 25 de mayo, formando a la tropa, frente a la celeste y blanca, previamente bendecida por el doctor Ignacio Gorriti.

Como respuesta llega otra severa reprimenda del gobierno que no concebía la repetición del hecho, y encomienda al propio Belgrano, la reparación inmediata de tamaño yerro. Belgrano, disciplinado, termina diciendo que la he recogido y que se deshará de ella para que no haya ni memoria de la misma.

Sin embargo, después de los combates de Las Piedras, Tucumán y Salta, en 1813 conmemora el aniversario de la gesta de mayo y el domingo 25 entrega al Cabildo de Jujuy otra muy distinta, la que todos conocemos blanca con el escudo de la Asamblea Constituyente, hoy llamada Bandera de la Libertad Civil.

La bandera sigue su periplo al Norte, regresando de Vilcapugio y desapareciendo en Ayohuma, con un posterior hallazgo en la capilla de Macha. 

La Asamblea del año XIII es, sin duda, el gran foro donde se trazan nuestras bases jurídicas y se concibe institucionalmente a la Nación.

Siendo así, cuesta entender que habiendo dispuesto escudo, banda, himno y moneda, no haya legislado sobre la bandera patria. Mientras tanto en el Puerto y Fortaleza de Buenos Aires seguía tremolando la Bandera del Rey de España.

Instalado el Congreso en San Miguel de Tucumán, el 9 de julio declara la independencia de las Provincias Unidas en Sudamérica, acta que se difunde en español, quechua y aimara. El 20 de julio, una comisión integrada por los diputados Esteban Luis Gascón, Juan José Paso y José María Serrano, propone que se decrete una bandera menor para la nueva nación, la idea es aprobada oficialmente en la sesión del 25 de julio, como sigue:

"Elevadas las Provincias Unidas en Sudamérica al rango de una Nación, después de la declaración solemne de su independencia, será su peculiar distintivo la celeste y blanca que se ha usado hasta el presente y se usará en lo sucesivo, exclusivamente en los ejércitos, buques y fortalezas, en clase de bandera menor, ínterin decretada la forma de gobierno más conveniente se fijen conforme a ella los jeroglíficos de la bandera mayor. Comuníquese a quienes corresponda para su publicación. (Firmado): Francisco Narciso de Laprida, diputado presidente. Juan José Paso, diputado secretario." Sesión del 25 de julio de 1816. (El Redactor, Nº 10, del 3 de octubre de 1816). La Bandera Nacional ya tiene tres franjas: celeste la de sus extremos y blanca la del medio.
 
El llamado Congreso sesionó en Tucumán desde el 24 de marzo de 1816 hasta el 4 de febrero de 1817. Ante el avance realista por el norte, el 23 de septiembre de 1816 se dispuso su traslado a Buenos Aires.

Ya en la ciudad porteña "El señor diputado Chorroarín ... expuso que era de parecer que sirviendo para toda bandera nacional los dos colores blanco y azul en el modo y forma hasta ahora acostumbrada fuese distintivo peculiar de la bandera de guerra un Sol pintado en medio de ella, cuyo proyecto, adoptado por la sala después de algunas reflexiones, quedó aprobado." Sesión del 25 de febrero de 1818. (El Redactor, Nº 10, del 3 de octubre de 1816). El diputado Chorroarín era un sacerdote católico más precisamente un canónigo. De este modo, nacen las dos banderas que utilizáramos por 167 años hasta 1985.

Volviendo a la desafortunada redacción de 1818, que utiliza por primera vez la palabra "azul", ello motivó que muchos entendieran que el color se había modificado, quizás por el carácter no heráldico del celeste. Los federales con Rosas a su cabeza las reprodujeron de azul; los unitarios de celeste.

En otro orden de cosas, define incorrectamente a la bandera mayor llamándola "de guerra", cuando internacionalmente la bandera de guerra es una distinta de la habitual. Algunos países con sistema de gobierno monárquico levantan exclusivamente cuando están librando una guerra una bandera distinta a la de paz, como por ejemplo pensemos en el Imperio de Japón en la IIª Guerra Mundial. Dos Banderas simultáneas es incorrecto e impensado para una democracia.

A la luz de lo que someramente hemos expuesto podemos entender que la Bandera tiene el sol patrio desde 1818. El General don Manuel Belgrano seguramente se anotició del símbolo agregado a su emblema y nada dijo en contrario. En 1820 fallecía en Buenos Aires casi al olvido de todos.

SOBRE EL APLAUSO A LA BANDERA NACIONAL ARGENTINA, AQUELLA LEGADA POR EL GENERAL MANUEL BELGRANO



" SOBRE EL APLAUSO A LA BANDERA NACIONAL ARGENTINA, 

AQUELLA LEGADA POR EL GENERAL MANUEL BELGRANO "


Comentario a cargo del Prof. PhD don Rubén Alberto Gavaldá y Castro, 

Académico Presidente - 18/11/2021


Con su significado de adhesión y complacencia ante una actuación o conducta notable, el aplauso entró al ceremonial, llegando a tolerarse en situaciones que hace unas décadas eran impensables: en una iglesia, en un entierro, por citar algunas.

Su fuerza es otra. Es una forma popular y espontánea de aprobación, nacida del corazón del hombre, ciertamente genuina. Su carácter ruidoso, poco controlable y heterodoxo lo presenta como muy distante de una expresión sobria y decorosa como muchos anhelamos.

Civilmente hablando, resulta una expresión tolerada; habrá otras expresiones igual de válidas y correctas como el saludo militar uno. Nada priva. Y hasta tanto tengamos una ley integral de Símbolos Patrios, una determinada comunidad podrá pautar que sea el silencio y la posición de firmes la manera uniforme de demostrar decoro y respeto al símbolo y otra utilizará el aplauso cerrado y respetuoso. Es válido.

Regresando al aplauso social ¿Cómo lo manejaremos frente a la Bandera Oficial de la Nación, aquella legada por el General Belgrano?: para facilitar la respuesta, debemos separar la bandera, en su expresión de izar y en su expresión de ceremonia.

La primera tiene un carácter permanente, tremola sin sujeción a lo que ocurra a su alrededor; coincide con la jornada en su marco general y resulta natural, que al izarla a la salida del sol, aplaudamos su presencia y su llegada a tope de mástil. En cambio, la arriada, significa el fin del día, que nos llama al recogimiento, y será el silencio la forma más adecuada de expresar nuestro sentir, hasta que regrese triunfal a presidir la jornada siguiente.

En cuanto a la bandera de ceremonias, propia de cada institución, su carácter es distinto. En medio de la jornada, preside un momento especial, con público y autoridades presentes en una ceremonia destacada. Todos esperan su presencia, y aunque jalona el inicio y la terminación del acto, la realidad es que pasa desfilando ante nosotros, y entonces la aplaudimos, tanto para recibirla como para despedirla, pues en ambos momentos, está plena de vida y significado; el recogimiento y el silencio llegan después, cuando es depositada en su lugar de reserva y custodia.

EL VERDADERO ORIGEN DE LOS COLORES DE LA BANDERA NACIONAL



 " EL VERDADERO ORIGEN DE LOS COLORES DE LA BANDERA NACIONAL "

Comentario a cargo del Prof. PhD don Rubén Alberto Gavaldá y Castro, 

Académico Presidente - 16/11/2021


Luego de la respuesta positiva que el Primer Triunvirato enviara a don Manuel Belgrano instituyendo la Escarapela de las Provincias Unidas del Río de la Plata, el General se siente feliz, entendiendo que el gobierno comparte sus anhelos. Entusiasmado el 26 de febrero de 1812 envía una segunda nota al Poder Ejecutivo pidiendo una bandera.

Al día siguiente, sin dar tiempo a respuesta alguna, el hombre sereno, el abogado estudioso, el militar analítico, cede paso al patriota impaciente, como revela su carta al Triunvirato fechada el 27 de febrero, con aquella frase que debería grabarse en el frontis de todas las escuelas:..."Siendo preciso enarbolar bandera y no teniéndola, la mandé hacer blanca y celeste, conforme a los colores de la escarapela nacional. Espero que sea de la aprobación de V.E.".

Por supuesto que no fue aprobada por el gobierno, al cual no le faltaban razones para ello. De todas maneras, la correspondencia que sobre el punto intercambian el gobierno y Belgrano es conmovedora; volveremos a ella en próximas reflexiones sobre nuestros símbolos.

Con respecto al porqué de los colores, no fue don Manuel Belgrano quien determinó los mismos, sino que al decretar la escarapela, quien lo hizo fue el Triunvirato, el organismo a cargo de los negocios de la Nación.

En consecuencia, si los colores fueron decretados por el triunviro de Chiclana, Paso y Sarratea, ¿Cuáles debieron elegir?: no podían ser los colores de las tropas (rojo y blanco), ni los colores de los navíos del rey (rojo y amarillo gualda), sino los correspondientes a la propia persona del soberano, o sea el celeste y blanco de los borbones de la casa española.

Lo eran desde 1771, cuando Carlos III asegurada su sucesión dinástica con el nacimiento de un nieto, crea la Orden de su nombre, bajo la advocación de la Inmaculada Concepción - una figura de blanco manto y celeste capa, que tan maravillosamente pintara Murillo - con esos colores que la orden adoptó.

De ahí, la cinta de la medalla y la banda que les cruzaba el pecho, como se ve en los cuadros de Goya y Aparicio expuestos en El Prado, además de la que mostrara el rey emérito de España don Juan Carlos I en su coronación en 1975.

Es cierto que don Manuel Belgrano tomó los colores de la Escarapela de las Provincias Unidas, es cierto que el rey Carlos III tomó los colores de la Virgen María en su advocación de la Inmaculada Concepción para su naciente Orden de Caballeros.

Hasta aquí una realidad documentada, pero... no hay testimonio fehaciente de por qué el Triunviro manda que la Escarapela Nacional sea celeste y blanca porque, simplemente, no hay documentación conocida al respecto, por lo menos que haya sido encontrada hasta el día de hoy. Solo nos queda pues el principio traslativo del único color borbónico español que podría representar al Soberano, Rey en el exilio bajo el poder de Napoleón, por quien se había jurado fidelidad y lealtad ante un crucifijo.

SOBRE LA FALACIA DE LOS PADRES DE LA ESCARAPELA NACIONAL



" SOBRE LA FALACIA DE LOS PADRES DE LA ESCARAPELA NACIONAL "


Comentario a cargo del Prof. PhD don Rubén Alberto Gavaldá y Castro, 

Académico Presidente - 13/11/2021


French y Beruti no son los creadores del primer distintivo patrio; 1810 tampoco es el año de la creación de la escarapela nacional. El calendario escolar estableció "caprichosamente" el 4 de abril de 1941 el día 18 de mayo como día de la escarapela patria en coincidencia con el inicio de la llamada semana de mayo (7 días previos al 25). No son pues French y Beruti sus mentores ni mucho menos sus creadores.

Los activistas sociales o chisperos (French y Beruti) sí repartieron en aquella trascendental semana cintas que algunos historiadores las entienden como blancas y otros como rojas; humildemente adhiero a la primera moción.

Pero... ¿por qué repartían cintas?, simplemente como divisa diferenciadora de los partidarios de la revolución. Si el resultado de lo que decidían los vecinos de Buenos Aires no concordaba con sus intensiones revolucionarias, y por si la situación pudiera pasar a mayores, con la cucarda puesta se sabría a simple vista quienes eran de su bando y quienes monárquicos, es decir, aquellos que bregaban por la continuidad de las cosas, es decir en pos del Señor Virrey.

En 1811 el coronel Manuel Belgrano es nombrado comandante del Regimiento de Infantería 1º de Patricios, para controlar la zona y la navegación por el Paraná. Don Manuel era un hombre de sentimiento de dignidad personal muy alto con gran dedicación y empeño por el honor que se le había concedido, de modo que en esa agudeza de vista entiende que los realistas usaban una escarapela roja y considera incorrecto combatirlos con el mismo distintivo que su tropa. De modo que el 13 de febrero de 1812, escribe una carta al Triunvirato pidiendo "una escarapela que no se equivoque con la de nuestros enemigos".

Sin demora, un día 18 sí pero de febrero de 1812, Feliciano Chiclana, Manuel de Sarratea y Juan José Paso decretan como Escarapela de las Provincias Unidas del Río de la Plata, una de los colores blanco y azul celeste, quedando abolida la roja anterior, la que es inmediatamente enviada a Belgrano como distintivo de la tropa. Nace así y no de otro modo el distintivo patrio, padre y precursor de la Bandera Nacional.

La distribución de sus colores no se sabe a ciencia cierta, pudo haber sido blanca con un botón celeste o viceversa o blanca - celeste - blanca o celeste - blanca - celeste. No hay documento fidedigno que así lo demuestre. El Triunvirato no lo especifica en su disposición, no obstante ello sólo contamos con la letra del General Manuel Belgrano que notifica al Poder Ejecutivo diciendo: "Siendo preciso enarbolar bandera, y no teniéndola, la mandé hacer blanca y celeste conforme a los colores de la escarapela nacional".

LA PRIMERA BANDERA CON UN SÍMBOLO DE NUESTRO SUELO


" LA PRIMERA BANDERA CON UN SÍMBOLO DE NUESTRO SUELO "

Comentario a cargo del Prof. PhD don Rubén Alberto Gavaldá y Castro, 

Académico Presidente - 13/11/2021


En el año 1785, bajo el reinado de Carlos III de España, la Corona advierte que la bandera de paño blanco que la distinguía se confundía en altamar con las otras borbónicas, las de sus parientes, de modo que a fin de sanear esta adversa situación llama a concurso nacional para crear una nueva.

En la iniciativa pública participan todas las poblaciones de más de mil habitantes, quienes votan. Seleccionadas doce de ellas fue competencia del Señor Ministro de Marina don Antonio Valdés y Fernández Bazán, remitirlas a la sede de la monarquía en Aranjuez. El Rey advierte que la mayoría respetaba viejas tradiciones al incluir el rojo y el amarillo gualda en los bosquejos. Decide entones crear para sus buques de guerra, una nueva enseña cuyo paño es posteriormente oficializado y reconocido como bandera de España en 1843.

Así tenemos dos banderas de España que ondeaban en nuestro territorio en tiempo virreinal: la bandera de los ejércitos del Rey en paño blanco una cruz aspada de gules (rojo); y la bandera amarilla gualda y roja para sus navíos e instalaciones portuarias, como lo sería el Fuerte de Buenos Aires.
En 1806, padecemos una ocupación británica de 45 días, que terminó el 12 de agosto con la Reconquista de la ciudad.

Tan destacada fue la actuación de nuestros soldados, que la Corona quiso distinguir a un regimiento, el de Patricios, concediéndole en 1807, una bandera de honor. Una borbónica aspada, que lucía en el extremo de los bastos el escudo de la Ciudad de Buenos Aires, el tercero que supimos darnos, a pleno color y en reemplazo de las coronas primigenias.

Los muebles de este escudo son: el río, un ancla y el Espíritu Santo, que después soportarán la inclusión de dos navíos intrusos, tal cual se mantiene hasta la fecha.

Sin ser una bandera Argentina, ya que el país no existía aún, la bandera del Regimiento de Patricios es la primera que muestra un símbolo nuestro, el escudo de la muy Noble y muy Leal Ciudad de la Santísima Trinidad en el Puerto de Santa María de los Buenos Ayres.

BELGRANO Y O’HIGGINS SIMILITUDES DE DOS PATRIOTAS



 " BELGRANO Y O’HIGGINS SIMILITUDES DE DOS PATRIOTAS "

 Ponencia del General don Antonio David Yakcich Furche, 

Académico correspondiente en la República de Chile. 

Sesión virtual - 03/11/2021


Sean mis primeras palabras para agradecer muy sentidamente, el alto honor con que me ha dispensado la Academia Belgraniana de la República Argentina para formar parte de sus filas, agradecimiento que materializo en forma concreta en la persona de su académico Presidente, Profesor Rubén Alberto Gavaldá y Castro y en quien ha tenido la paciencia de contactarme y coordinar aspectos de detalle, el secretario general, Consejero Académico Profesor Roberto Fernández. 

La invitación que se me formula, que recibo con orgullo, pero fundamentalmente con compromiso, la entiendo como un gesto hacia todos aquellos que siendo Belgranianos u O`Higginianos, asumen que la patria grande está formada por todos los países de esta querida América Latina, que, inspirados en nuestros padres fundadores, comparten un camino que más temprano que tarde, los llevará a la unión permanente e indisoluble, tal como ellos lo soñaron. 

Los tiempos actuales parecieran no ser favorables para quienes estudian la historia, dadas las características de una modernidad, que, en muchos casos, se asocia a la pérdida de la vigencia de ciertos valores, o la inmersión de los mismos. 

Pero ello, bajo mi particular perspectiva, es tan solo aparente, como lo demuestran organizaciones como la academia belgranaiana, comprometida con la historia, cuya actividad es reconocida por quienes la conocen. 

La historia cumple un papel vital al ser analizada en el presente, con el fin de sacar experiencias y conclusiones que permitan proyectarla al futuro, en busca del bien superior de un país que pretende avanzar por el camino del progreso y la unión. 

El ejemplo que nos trae el pasado está unido en la mayoría de las veces, con personas que, en su momento, tal vez sin proponérselo, fueron marcando el camino que, con el paso del tiempo, sirvió de referencia a quienes somos herederos de sus logros. 

Belagrano y O’Higgins son dos claros ejemplos de ello, al legarnos una vida ejemplar que les permitió elevarse por sobre el resto de sus contemporáneos, para obtener el bien superior de todo pueblo, la libertad. 

Entrando en materia y con el fin de no alargar el tiempo que se me ha fijado, debo manifestar que pretendo con el proceso investigativo y de análisis que hoy presento, buscar los puntos de encuentro entre estos dos magníficos héroes, pero no tan solo en lo referido a los hechos físicos que marcaron sus respectivos derroteros públicos, sino, además, establecer los ideales comunes que guiaron dichas acciones.

Comprenderán que cada uno de ellos tienen luces propias que lo hacen brillar por sí mismos, por lo que resulta necesario dejar constancia que, además de los aspectos que presentaré, hay muchos otros que, les pertenecen en forma individual a cada cual. 

Lo primero que salta a la vista es la esmerada educación que recibieron, ambos en el Real Colegio de San Carlos o Carolino, Belgrano en Buenos Aires y O`Higgins en Lima. 

Claramente dichos establecimientos educacionales eran de un alto nivel académico, siendo en ese sentido la cuna intelectual de parte importante de la pléyade de patriotas que impulsarían el proceso independista de las naciones americanas, lo que no deja de ser notable, si consideramos que eran colegios claramente monárquicos. 

Pero su proceso formativo no terminaría ahí, por el contrario, sus estadías en los mencionados colegios, serían el punto de partida para la educación, esmerada, por cierto, que recibirían en Europa. 

Belgrano partiría a España, donde se graduaría como Bachiller en Leyes. Mientras que O`Higgins recibiría en Londres y Richmond una enseñanza británica de alto nivel. 

La educación que ambos recibieron, son en sí mismas un punto de inflexión en sus vidas, ello porque para comprender su obra plenamente, hay que considerar el nivel cultural que poseían. 

Si se analiza lo ocurrido en la mayoría de los países latinoamericanos en el proceso independista, descubriremos que la gran mayoría de los habitantes que lucharon por la libertad, poseían como elemento común su amor al terruño, que los impulsaba a buscar su autogobierno lejos del control monárquico que, por siglos, en especial en el periodo de la colonia, había restringido toda posibilidad de cambio por pequeño que fuera. 

Por tanto, la gran mayoría, incluyendo dentro de ella a quienes sus nombres no han preservado la historia, lo hacían por un ideal restringido a los intereses específicos del territorio que ocupaban. 

Muy pocos poseían una visión especial, por sobre el resto de los patriotas, en el sentido de colocar como motor del cambio que propiciaban, ideas provenientes del conocimiento y análisis de un mundo, que, pese a las dificultades propias de las comunicaciones, estaba, aunque incipientemente, relacionado. 

Belgrano y O´Higgins eran dos de éstos últimos personajes, que lograron comprender bajo una visión global, su importancia y repercusiones futuras, que no solo se ligaba a la posibilidad de autogobernarse, ya que era un cambio de paradigma profundo, donde se reafirmaría el concepto de república nacido años antes, materializando un cambio político profundo y duradero. 

Pero hay que ser claro en relación a lo anterior, ya que es menester establecer que no solo la educación formal les entregó a ambos próceres las herramientas que utilizarían a futuro, ya que influencias externas a dicho proceso tuvieron también una importancia radical. 

Me refiero con ello a la impronta que marcó en ambos la ilustración, la Independencia de Estados Unidos de América y la Revolución Francesa. 

Belgrano mientras se encontraba en Madrid realizando su práctica profesional como licenciado, obtuvo la autorización del Papa Pío VI para leer toda clase de literatura prohibida, lo que lo acercó definitivamente a las ideas liberales que propiciaron el proceso de independencia. 

Por su parte O’Higgins, de regreso en Chile, en su hacienda Las Canteras, leía y traducía del inglés y francés al castellano en forma clandestina el mismo tipo de libros, los que luego difundía a sus amigos patriotas, lejos de la vista de las autoridades realistas. 

Lo anterior nos permite establecer que los dos, por procedimientos disímiles, pero con igual efecto, se empaparon de los principios y valores propios de los libres pensadores del siglo XVIII y principios del XIX. 

Cuando ambos se adecuaban en Europa, la Ilustración, nacida por cierto en dicho continente, irradiaba sus principales conceptos e ideales, relacionados con la razón, la naturaleza, la historia, el progreso y el pensamiento pedagógico, moral y político, entre otros elementos principales. 

Era por tanto lógico e inevitable a la vez, que ambos se vieran beneficiados por los conocimientos que de la ilustración brotaban, ayudándolos en su proceso formativo, que dejó en ellos la impronta que le conocemos. 

Igual fenómeno ocurrió con la independencia de Estados Unidos, referente indudable de las futuras independencias latinoamericanas y un ejemplo en cuanto a aspectos comerciales, que gradualmente fueron imponiéndose en el cono sur de nuestro continente. 

No menos importante es en el proceso vivido por nuestros próceres, los ideales que con fuerza brotaron de la Revolución Francesa, sintetizados en las tres palabras que todos conocemos, libertad, igualdad y fraternidad. 

No debe olvidarse que también ambos fueron influenciados por el precursor de la independencia americana, el General Francisco Miranda, Belgrano a través de sus ideas y O´Higgins por medio del contacto directo, pero sin ninguna duda, los dos son políticamente parte de sus más conspicuos herederos. 

Con todo, al regresar ambos de Europa, demostrarían que habían desarrollado un proceso educativo y de experiencia de vida, que los situaban por sobre la gran mayoría de sus contemporáneos en sus respectivos países, estando llamados en forma natural a ser actores principales de los acontecimientos políticos, culturales y militares que se avecinaban con fuerza incontenible. 

Otro factor que identifica a los dos próceres, es el hecho de haber sido oficiales de milicias, llegando a ser destacados generales sin tener una formación profesional castrense, aún más, sin buscar serlo, solo impulsados por la fuerza de sus convicciones y su amor a la Patria. 

De hecho y conforme a testimonios de sus contemporáneos, ambos se caracterizaron pasado el tiempo, cuando se iniciaron las luchas de independencia, por ser soldados austeros que predicaban con el ejemplo, siendo por ello seguidos por sus subalternos, los que los respetaban además por su valentía. 

Fueron los dos, entre otros, por cierto, quienes prontamente comprendieron que el respaldo al proceso independista, implicaría más temprano que tarde el enfrentamiento bélico, sintiéndose en ese sentido, pese a su formación netamente civil, comprometidos con ello. 

No es aventurado por tanto señalar que los dos, desde sus particulares perspectivas y antes que la esposa del famoso prusiano Carl von Clausewitz publicara el clásico libro “De la Guerra”, donde se dejaba constancia de las teorías de su esposo, Belgrano y O´Higgins tenían claro que la guerra era la continuación de la política por otros medios. 

De otra forma no se explica el porqué, desde muy temprano en el proceso y desde el mismo momento en que sonó el clarín de la guerra, los dos se enfrentaron al enemigo. 

Belgrano terminaría sus días sin abandonar la espada, ya que el proceso de independencia aún no finalizaba, mientras que O´Higgins luego de Ayacucho se sacó el uniforme y retomó el arado, tranquilo por el hecho que la paz, unida a la libertad, ya se habían impuesto. 

Hay en las obras de los dos libertadores que analizamos en las presentes líneas, notables similitudes, como el hecho de ser quienes impusieron en sus respectivos países las banderas que hasta el día de hoy los identifican. 

Belgrano la albiceleste y O’Higgins la tricolor, las que han sido interpretadas de diversas formas pasados los años, pero que sin lugar a dudas nos recuerdan a ambos próceres, quienes lograron que fueran aceptadas y proyectadas en el tiempo, convirtiéndose en las más puras expresiones de las nacionalidades argentina y chilena. 

Sabemos que las banderas eran utilizadas inicialmente, como medio de identificación de unidades en el desarrollo de las batallas. 

El fragor del combate y el consabido caos que él originaba, dificultaba mantener unidas a las tropas, por lo que el uso de un distintivo elevado y colocado en un mástil, permitía la reunión en torno a él de los combatientes. 

Los próceres que hoy analizamos dieron vida a los respectivos lábaros patrios, mientras cumplían funciones en los ejércitos, por lo que no es aventurado decir, que, en su origen más puro, ellas fueron concebidas para su uso por unidades militares y por tanto eran estandartes de combate. 

Su empleo y aceptación por parte de los habitantes de cada país fue marcando una nueva impronta, al ser identificables como símbolos de nacionalidad e identidad libertaria. 

Pero fundamentalmente, se asociaron al concepto de Patria, cuyas características mencionaremos más adelante. 

Hoy las banderas, con el sol de mayo y la estrella solicitaría, son para sus respectivos habitantes, el símbolo que mantiene la unión, siendo en sí mismas un factor común que identifica a los países y por cierto a sus ideales. 

Permítanme mencionar un hecho que se relaciona con la bandera chilena y que posee una íntima relación con Argentina. 

Corría el mes de agosto de 1820 y la Expedición Libertadora al Perú era una realidad, encontrándose pronta a zarpar. Pero no se sabía cual sería la bandera que usaría el Ejército y al Escuadra expedicionarias. 

San Martín había manifestado púbicamente que la bandera que debería usarse era la chilena, pero Bernardo O´Higgins, sin mencionarlo pensaba diferente. 

La unión americana era para él fundamental, entendía que el logro de la independencia del Perú y por tanto la consolidación del proceso libertario en el cono sud americano, requeriría de un esfuerzo mancomunado. 

Producto de lo anterior dispuso personalmente la bandera que sería usada, la que era igual a la bandera chilena, como lo quería San Martín, pero en lugar de tener una estrella tenía tres, representando a Chile, Argentina y Perú. 

Por otra parte, Belgrano y O´Higgins tenían profundas creencias religiosas, las que impulsaban sus acciones, evidenciadas en el concepto de justicia que iluminaba su actividad pública. 

Belgrano era devoto al igual que O´Higgins de la Virgen María, pero ambos en diversas advocaciones, el primero de la Virgen de Luján y el segundo de la Virgen del Carmen. 

Producto de los sentimientos religiosos que se encontraban presentes en cada uno de ellos, al pasar los años ambas han sido reconocidas como las respetivas patronas de Argentina y Chile, siendo por tanto una de las principales herencias, junto a las banderas, que ambos próceres legaron a sus pueblos. 

Belgrano demostró una especial cercanía con la Virgen María, como lo demuestra el hecho de disponer una misa cantada el 27 de septiembre de 1810 en su honor, oportunidad en que le solicitó su protección, antes de dirigirse al mando de la expedición enviada a Paraguay. 

Luego en 1814, tributaría un nuevo homenaje a dicha Virgen, al consagrarle los trofeos capturados a las huestes realistas, consistentes en dos banderas del Ejército del General Pío Trisan, capturadas en la batalla de Salta. 

Por su parte O´Higgins, previo a la Batalla de Maipú, formuló un voto a la Virgen del Carmen, en el sentido que en el lugar en que se obtuviera la victoria definitiva, se erigiría un templo en su honor. 

Producto de ello se construyó en el lugar la denominada capilla de la Victoria, la que pasado los años fue reemplazada por el Templo Votivo de Maipú, de grandes dimensiones y características imponentes. 

Valgan los ejemplos anteriores, para comprender en profundidad la cercanía de ambos a la Virgen María, lo que proyectaron fuerte y definitivamente a sus respectivos países. 

Hay en la visión estratégica de ambos próceres también similitudes, ya que para ambos la derrota del Virreinato del Perú era claramente de absoluta necesidad. 

La consolidación de las independencias de Chile y Argentina, como asimismo de los demás países sudamericanos, pasaba necesariamente por la derrota del Virreinato. 

De ello no hay duda histórica alguna, solo hay diferencia en cuanto a la forma de lograr la derrota realista, en cuanto a que Belgrano comandó las fuerzas terrestres que pretendían llegar al corazón del Virreinato, entendido éste como la caída de la ciudad de los Reyes o Lima. 

Para O´Higgins el objetivo era el mismo, pero proyectando las fuerzas terrestres por vía marítima. 

En dos oportunidades Belgrano dirigió las tropas que se enfrentaban a los realistas en Alto Perú, viviendo en las respectivas campañas las vicisitudes propias de una cruenta guerra. 

Pese a los triunfos parciales que logró en ellas, no pudo imponer su voluntad al adversario, con lo que el Virreinato continuó fuerte en la defensa del territorio peruano. 

Moriría sin saber del triunfo, pero habiendo contribuido como el que más en la empresa. 

La obra la finalizarían otros, O´Higgins preparando los medios de la Expedición Libertadora del Perú, San Martín comandándola y finalmente Bolívar, logrando el triunfo a través de Sucre, en la etapa postrera del conflicto. 

Pero las similitudes de ambos próceres no terminan en lo mencionado precedentemente, ya que hay otros factores que demuestran su comunión de ideales independistas, pese a que desarrollaron un camino político y militar paralelo uno del otro. 

En tal sentido, ambos apoyaron las respectivas declaraciones de independencia, si bien proclamadas en diferentes años, Argentina en 1816 y en Chile en 1818. 

Belgrano junto a San Martín y otros próceres reunidos en Tucumán el 9 de julio de 1816, participaron de los acontecimientos de proclamación de la Independencia, noticia que llegó rápidamente a Mendoza, ciudad en la cual O’Higgins estaba reemplazando en el mando a San Martín. 

La alegría para los mendocinos y también para los chilenos expatriados de su país que vivían su exilio en la ciudad fue enorme. 

Bernardo reaccionó de inmediato y a las 9 de la noche de ese mismo día, dispuso que todos los templos de la ciudad echaran al viento sus campanas en señal de anuncio de la feliz noticia, la que se transmitió rápidamente de boca en boca entre todos los habitantes de la ciudad. Se sumó a lo anterior otra serie de actividades dispuestas por el gobernador interino O´Higgins, las que comenzaron con una salva de 14 cañonazos en la mañana del día 19, repetida al medio día y al anochecer. 

Los festejos principales se realizaron el día 20 en la plaza Mayor, actual plaza Pedro del Castillo, donde formaron todas las tropas que integraban el Ejército Libertador junto con 300 granaderos a caballo, las que eran mandadas por el coronel Juan Gregorio de las Heras, mientras que Bernardo presidía el acto como autoridad principal. 

En la iglesia Matriz de la ciudad se efectuó una misa de acción de gracias, para luego dispararse tres salvas de artillería acompañadas de disparos de rifles de la infantería. 

La ceremonia finalizó con la lectura de una encendida y patriota proclama que, al ser escuchada por los civiles y tropas en la plaza, fue contestada con vivas a la Patria y la independencia. 

El día 25 de julio de 1816 Bernardo junto a los funcionarios del cabildo, clérigos y militares, celebraron al Santo Patrono de la ciudad Santiago Apóstol, con una misa en la iglesia Matriz, la que concluyó con una procesión de la imagen del Santo por las calles de la ciudad. 

Las celebraciones anteriores fueron acompañadas como era la costumbre en la época, con corridas de toros en la plaza Mayor. 

Como vemos, ambos próceres poseen una especial relación nacida en el enorme acontecimiento que significó la declaración de independencia argentina, a la que O’Higgins se plegó planamente. 

Pasados los años sería O´Higgins el principal impulsor de la declaración de independencia chilena, voluntad manifestada por él mismo, el primero de enero de 1818 en la ciudad de Concepción. 

Los dos tenían además posiciones muy similares en temas de absoluta relevancia, no solo en la época en que vivieron, sino además importantes a lo largo de los tiempos. 

Uno de ellos era la educación, Belgrano pensaba que nada podía hacerse en un país si sus ciudadanos no se ilustraban, lo que lo llevó a proponer, incluso desde antes del inicio del proceso de independencia, la creación de escuelas de comercio, de náutica, de agricultura, de geometría y dibujo, entre otras. 

O´Higgins tenía una visión similar, que lo llevó al ejercer el mando supremo de Chile, a implementar en el país el sistema lancasteriano de educación, que buscaba masificar la enseñanza mediante la preparación por parte del profesor de 10 alumnos monitores, los que a su vez enseñaban o traspasaban los conocimientos a otros diez cada uno, logrando con un profesor llegar a 100 personas. 

La importancia que ambos dieron a la concepción educativa, los convierte en precursores de la educación moderna en sus respectivos países. 

Para cualquier observador atento de los procesos vividos en forma previa al advenimiento de la independencia en nuestro continente, resulta evidente que la preocupación de la Corona española por la educación, alcanzaba solamente a la elite, en especial la criolla, que buscaba a través de ella lograr algún grado de relevancia en la administración de los territorios de ultramar. 

Ello le permitió al inicio del proceso, asumir en parte el control político en beneficio de lograr los objetivos independistas. 

Sin embargo, la educación de la ciudadanía en general era claramente deficiente, manteniéndose la inmensa mayoría de ella en la más absoluta ignorancia. 

Si bien había esfuerzos en cuanto a educar a parte de los niños de los pueblos originarios, en especial aquellos que eran hijos de caciques relevantes, dicha educación era más bien un esfuerzo orquestado para lograr convertirlos al catolicismo. 

En la praxis, la educación no era realmente un objetivo de la Corana, ni mucho menos, pese a los prestigiosos establecimientos educacionales existentes en América Latina, los que no tenían una cobertura adecuada. 

Nuestros próceres sabían de dicha situación y comprendían que la falta de educación dañaba fuertemente el proceso, en términos que la causa era difícil que se asentará en el pueblo en general, dado el hecho de no tener la educación necesaria para comprenderlo adecuadamente. 

Hay otro factor de unión entre ambos, el que se relaciona en la importancia que daban a la agricultura y en especial al dominio de las técnicas que permiten buenos resultados en su gestión. 

Mientras que Belgrano dejaba constancia de ello en diversas oportunidades por escrito, al mencionar; “Una de las causas a que atribuyo el poco producto de las tierras y el ningún adelantamiento del labrador, es porque no se mira a la agricultura como un arte que tenga necesidad de estudio, de reflexiones o de reglas”, por su parte O’Higgins en la práctica, se convertía en uno de los innovadores agrícolas más importantes de Chile y Perú, introduciendo el arado de hierro, el apotreramiento de los campos y la rotación de la tierra en el primero de los países mencionados y el trapiche mecánico para la explotación de la caña de azúcar en el segundo. 

La preocupación de ambos por la agricultura, tenía sin duda dos orígenes, el primero en relación a la calidad de vida de los agricultores, que, siendo habitualmente inquilinos, no podían salir de la pobreza en que se encontraban. 

Belgrano propiciaba para ello la educación de los agricultores, en términos de adquirir los conocimientos que les permitieran obtener buenos resultados de la explotación de la tierra. 

O´Higgins por su parte, fue pionero en cuanto al trato y medios que entregaba a sus inquilinos, para que llevaran una vida mejor, otorgándoles terrenos y animales para su uso y explotación, incluyendo días libres para que se preocuparan de sus plantaciones y animales. 

La visión de ambos era coincidente, en términos de la preocupación por el ser humano que trabajaba la tierra, pero también estaban consientes de la necesidad de aumentar la calidad y cantidad de los productos agrícolas y ganaderos. 

No debemos olvidar que en la época que ambos vieron, los productos provenientes de la tierra eran la base de la economía de los países y, por tanto, su producción permitía el desarrollo de los mismos.

La libertad de expresión fue otro de los signos distintivos que los asemejan, propiciando la aparición de periódicos en sus respecticos países. 

El aspecto anterior es algo que muchas veces se olvida mencionar, cuando hacemos referencia a la época que analizamos. 

La difusión de las ideas no era fácil, si bien existía la imprenta y por tanto los libros, su producción en ningún caso era masiva, lo que dificultaba difundir la causa, como también, dar a conocer los acontecimientos de importancia que permitían ir avanzando en el proceso. 

Los periódicos, eran entonces importantes para el logro de la mencionada difusión, por lo que cada vez que aparecía uno de ellos, aumentaba la posibilidad de sumar voluntades para el logro del triunfo definitivo. Así lo comprendían ambos, apoyando la mencionada libertad de prensa. 

Hay también en ambos algo que los une más allá de sus muertes, lo que tiene relación con sus convicciones y creencias religiosas. Belgrano antes de 10 morir solicitó ser amortajado con el hábito de los dominicos, tal como era costumbre entre los terciarios dominicos de los que formaba parte, mientras que O´Higgins pidió expresamente ser enterrado vestido como franciscano, ya que durante su permanencia en Lima se había convertido en hermano tercero de la Orden. 

Permítanme como referencia y sin ánimo de abusar de la paciencia de cada uno de ustedes, dejar constancia en qué consistían ambas órdenes, como una forma de comprender las motivaciones que llevaron a nuestros próceres a adoptarlas como propias. 

La Tercera Orden de Santo Domingo, a la que como mencionamos pertenecía Belgrano, es la rama laica de la Orden de Predicadores conocida como Dominicos, fundada por Santo Domingo de Guzmán en 1216. La rama laical tiene sus orígenes en las Hermandades de la Penitencia de Santo Domingo y responde al deseo de hombres y mujeres seglares de vivir según el carisma de la Orden. 

 La Tercera Orden de San Francisco o Venerable Orden Tercera, de la que era integrante O’Higgins, es el antiguo nombre de lo que hoy es la Orden Franciscana Seglar. Está conformada por laicos consagrados con una Regla, por lo que poseen una forma de vida particular. 

Fue fundada por san Francisco de Asís. El nombre de tercera se refiere al orden cronológico de fundación; Primera Orden de Hermanos Menores; Segunda Orden de Clarisas; y Tercera Orden de laicos consagrados. 

La fe de ambos era por tanto proverbial, entendían el mundo no solo desde la perspectiva de las funciones que realizaron en su vida pública, sino además iluminados por la religión y el concepto de vida eterna, o más propiamente doblemente eterna, primero por la religión y segundo por el legado que dejaron en las futuras generaciones. 

Las versiones sobre el aspecto físico de los dos grandes próceres tienen también cierta similitud, según Bartolomé Mitre, Belgrano era de regular estatura, cabello rubio y sedoso, ojos grandes de color azul sombrío y de tez muy blanca y algo sonrojada, siendo colorín en su juventud. Extrañamente según los descrito por María Graham, el aspecto de O’Higgins era bastante similar. 

En lo personal e íntimo hay también similitudes, ninguno de los dos disfrutó en plenitud del amor, pese a conocérseles relaciones amorosas, nunca se casaron. 

Las hipótesis al respecto pueden ser múltiples, encontrándose en la bibliografía de los dos, amplias referencias en relación a ello. 

Pero si buscamos en los acontecimientos que marcaron su vida, podríamos aproximarnos a una respuesta, la que en realidad formulo más como pregunta, en cuanto a que su consagración a la causa podría haber influido en la mencionada soltería. 

En todo caso, sus amores, al menos los conocidos, demuestran en ambos su condición de seres humanos, sensibles a los vaivenes del amor. 

En el terreno de lo intangible, encontramos en ambos también notorias semejanzas, de trascendental importancia y de total vigencia, por cierto. 

Lo primero que en este ámbito salta a la vista, es la vocación independista que ambos poseían, aunque en forma natural estaban de alguna forma marcados por la influencia de la Corona Española, por cuanto Belgrano desempeño diversas funciones dentro del régimen realista, mientras que O´Higgins era hijo de uno de los más importantes Virreyes del Perú. 

Pese a lo anterior, no tuvieron duda en el momento de decidir entregarse a la causa libertaria, siendo factores importantes en el logro de la misma. 

La mencionada vocación de independencia constituye el elemento central del accionar de ambos, ya que la visión de una patria liberada del control realista guiaba sus pasos. 

En los dos casos se da como elemento medible, en términos de su concepción libertaria, el hecho de haber enfrentado dificultades durante el proceso, las que en lugar de amilanarlos y de disminuir sus convicciones, solo le sirvieron como un nuevo y poderoso incentivo, demostrando una resiliencia notable, propia habitualmente de los grandes hombres. 

Poseían ambos una visión adelantada a su época, siendo de esos escasos seres humanos que, no solo comprenden los procesos que se encuentran en desarrollo en la época que les correspondió vivir, sino, además, entienden hacia donde deben guiar sus pasos los países para llegar al futuro deseable o necesario, según como se analice. 

Sus acciones estaban guiadas por la necesidad de obtener un futuro mejor para sus respectivas patrias. 

Visualizar el futuro en términos de levantar escenarios que orienten el presente no es tarea fácil, ya que los factores involucrados, son habitualmente complejos. 

Una revolución libertaria, como las vividas en nuestros países, requerían no solo de una correcta ejecución, sin que, en forma mucho más importante, de una visión de futuro que permitiera saber hacia donde ir y que buscar. 

Parte importante de los basamentos que dieron vida a los nuevos estados nacieron de sus concepciones, logrando proyectarlas al presente dando forma a lo que somos. 

En lo netamente militar, además de su proverbial entrega y capacidad de sacrificio, poseían una virtud capital desde el punto de vista castrense, la que se puede definir como el ejemplo y la entrega personal, al hacer carne ese viejo y sabio adagio que dice; “la palabra empuja, el ejemplo arrastra”, virtud sin la cual no se entendería porque eran queridos y respetados por su tropa.

Por otra parte, hay muchas definiciones que calzan con lo que debe ser un militar, pero en cualquiera de ellas debería haber un aspecto común, en cuanto a que debe ser uno de sus atributos la valentía, entendida como el simple pero trascendental hecho de superar el temor, algo natural por lo demás. 

El accionar militar de ambos da cuenta de dos valientes, que, inspirados por el amor patrio, expusieron cuantas veces fue necesario su vida, en procura de obtener la libertad. 

La consagración que en vida ambos hicieron a la causa es notable, superior a los mezquinos propósitos de algunos de sus contemporáneos, que no entendieron, o no quisieron entender, que por sobre los propios intereses hay valores anteriores y superiores a cada ser humano, especialmente cuando se trata de la libertad. 

El alfa y el omega de sus vidas, el principio y el fin de su existencia, siempre estuvo más allá de lo mundano, de lo únicamente material, los valores, los principios y los ideales fueron sus verdaderos tesoros, los que cultivaron, pero por sobre todo irradiaron a su entorno. 

Hombres como ellos enfrentados a tiempos difíciles, no tienen duda en sacrificarse, perciben que lo trascendente está más allá de si mismos y que son en consecuencia un medio para obtener la libertad. 

Al abandonar esta tierra, los dos a través de sus últimas palabras, demostraron que habían servido a un interés superior, más allá de si mismos y de sus justas aspiraciones personales. 

Belgrano al musitar ¡Hay Patria mía!, dejaba constancia para la posterioridad que, junto a su último aliento, estaba su país, la Argentina que tanto amaba, por la cual tanto se había sacrificado y a la que quería seguir sirviendo, incluso desde el más allá. 

O’Higgins, lejos de su Patria se preocupaba por ella, su mente al acercarse el fin de sus días se ilusionaba por el progreso y bienestar del país y por su consolidación territorial. Magallanes, 

Magallanes, palabras repetidas que enigmáticamente en una primera mirada, buscaban llamar la atención sobre dicho austral territorial, pero eran en realidad una súplica para que las autoridades chilenas, tomaran posesión del estrecho homónimo, tal como lo había pedido por cartas en reiteradas oportunidades. 

Pero las similitudes continúan, los dos colocaron como eje central de sus existencias la libertad de sus países por sobre su bienestar material, lo que implicó que no solo perdieran su fortuna personal, sino además llegaran al fin de sus días en una notoria pobreza. 

Belgrano murió sin recurso económico alguno, llegando como es sabido a regalarle a su médico un reloj, como única forma de pago a sus servicios, mientras que Bernardo rodeado de deudas al morir en Lima, había perdido sus bienes, específicamente la Hacienda Las Canteras, una de las más prosperas del sur chileno. 

La pérdida de lo material no fue un factor que los afectó solo a ellos, en su entorno familiar debieron también enfrentar sus consecuencias, pese a lo cual se mantuvieron fieles y leales a su lado, sin reproche alguno. 

Pero no puedo terminar mis palabras, sin referirme a lo que creo es el principal legado de los dos próceres mencionados, que supera con mucho sus importantes obras materiales. Me refiero al hecho de inculcarnos la real importancia del concepto Patria, el que como sabemos es la base sobre la cual se han estructurado nuestras respectivas naciones. 

La Patria entendida bajo la visión belgraniana y o´higginiana, es el sustrato básico del cual se nutren los países para dar estructura al concepto de estado nación. 

Sin ella nada tiene sentido, ya que es en sí misma un valor intangible, que se relaciona con nuestro pasado, nuestras tradiciones y nuestros valores más básicos y profundos. 

La Patria es la inspiración suprema en el preciso momento en que se está dispuesto a entregar la vida por ella, como lo han hecho nuestros antepasados, al luchar por la independencia de esta querida América morena. 

Al legarnos y enseñarnos con sus acciones, reflejadas en una vida extraordinaria y en una obra sobresaliente, nos señalaron el camino que permite transitar hacia una Patria que, siendo madre y por tanto protectora, nos cobija en su seno. 

La defensa de lo que representa la Patria y sus superiores valores, han implicado a lo largo de neutras respectivas historias, que muchos de sus hijos, la hayan defendido en diversas oportunidades, cuando los vientos de graves conflictos han implicado como único camino para superarlos el sacrificio. 

Agradezco nuevamente en lo que vale el gesto que he recibido de parte de la Academia Belgraniana de la República Argentina, el que compromete no solo mi gratitud, sino además y fundamentalmente, mi lealtad. 

Unido al agradecimiento anterior, formulo y declaro públicamente mi compromiso con la Academia que hoy me recibe, fundamentalmente con su objetivo, consistente en estudiar y divulgar las ideas y hechos del general Manuel Belgrano desde el más alto nivel intelectual, como también el glorioso tiempo de la independencia americana, objetivo que desde ya hago mío. 

Creo profundamente, que la historia debe tener un lugar de importancia en el accionar de las naciones, pese a las dificultades para mantenerla viva, las que enumeré al principio de estas líneas.

Me refiero como viva, al hecho de traerla al presente para estudiarla, interpretarla y obtener experiencias, que puedan proyectarse al futuro. 

Ahora bien, la historia, en términos de su difusión, acciona muchas veces como una gota de agua sobre una piedra, al ser percibida por muchas personas como un elemento que no logra ningún objetivo con su accionar. 

Pero al igual que la gota, la importancia de su difusión está en el hecho de ser constantes, en mantener la difusión de su mensaje en forma permanente, sin importar en dicho proceso el tiempo, ya que el inmediatismo es para los historiadores su principal enemigo.

La historia es en cierta forma evolutiva, al tener acceso a nuevas fuentes primarias pasadas por alto o no descubiertas en su momento, lo que no implica asumir que debe ser reescrita como algunos pretenden. 

Nuestros próceres y las acciones que desarrollaron están inmutablemente presentes y continuaran siendo fuentes inspiradoras. La historia nos une, la historia nos proyecta y, por cierto, la historia nos recuerda quienes somos y de donde venimos.

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