jueves, 30 de diciembre de 2021

MANUEL BELGRANO: EL MAS RELIGIOSO DE NUESTROS PRÓCERES



MANUEL BELGRANO: EL MAS RELIGIOSO DE NUESTROS PRÓCERES "

Discurso del Prof. PhD don Rubén Alberto Gavaldá y Castro, Académico Presidente

Basílica Nuestra Señora del Santísimo Rosario - Convento de Santo Domingo - 08/10/2021



"La religión es el sostén principal e indispensable del Estado
y el apoyo firme de las obligaciones del ciudadano"


El general Manuel Belgrano, el más religioso de nuestros próceres, decía en su testamento: "creyendo ante todas las cosas como firmemente creo en el alto misterio de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero, y en todos los demás misterios y sacramentos que tiene, cree y enseña nuestra Santa Madre Iglesia Católica Apostólica Romana, bajo cuya verdadera fe y creencia he vivido y protesto vivir y morir como católico y fiel cristiano que soy, tomando por mi intercesora y abogada a la Serenísima Reina de los Ángeles María Santísima, madre de Dios y Señora nuestra"

Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano y González, el hombre indicado por la Divina Providencia, nació a metros de esta Basílica. Cursó sus primeras letras en el colegio de este Convento de Santo Domingo. La Orden de los Predicadores, que en este año Jubilar, recuerda a su Maestro Santo Domingo, estuvo siempre presente en sus padres, en sus hermanos y en él mismo, como miembros de la Tercera Orden.

Era natural que esa cercanía los vinculara de modo especial, pero a su vez habían sellado una amistad, una relación culta y de allí en más los contactos benéficos para la Orden de Predicadores que la misma familia Belgrano le aportaba. Nada de esto fue casual, por el contrario, obedece a una planificación divina. Dios quiso estar con Belgrano y Belgrano quiso estar con Dios, y seguir sus dictados, aún en los momentos de adversidad. A pesar de esos momentos nefastos, Belgrano no perdió la primera de las virtudes teologales. Quien pierde la fe difícilmente le quede esperanza.

Belgrano era un inspirado de Dios, sus pensamientos le venían del Supremo y los hizo verdad en un pueblo que le faltaba de todo. Tan alta personalidad fue un enviado de Dios. Siendo católico entendía que hay una sola forma de serlo, la verdadera, no la relativa.

Durante toda su vida pública y privada Manuel Belgrano dio sobradas muestras de un catolicismo practicante. Permanente difusor de la religión, promovía desde el Consulado, primero, y desde la Junta, después, la enseñanza del catecismo en las escuelas. Como Secretario Perpetuo del Consulado del Virreinato del Río de la Plata las sesiones del cuerpo se realizaban bajo la advocación de María Santísima.

En su etapa al frente de aquella institución comercial y oficial del Virreinato de las Provincias recomendaba a los párrocos que atiendan "más a los pobres vivos que a los pobres muertos". Cada parroquia sería una escuela de capacitación y de trabajo para que hombres y mujeres puedan tener un porvenir venturoso, como lo reglamentó en los pueblos de las Misiones.

En sus memorias, cartas y documentos da muestras constantes y concretas de respeto hacia la Santísima Virgen María destacando el aspecto maternal y el carácter mediador frente a su hijo Jesús.

El misterio de la Purísima Concepción se potencia en el accionar belgraniano, siendo el símbolo que identifica a los americanos en momentos de producirse la revolución y la independencia.

Recordemos que los americanos eran catalogados de herejes por el invasor español, cupo el privilegio al general Belgrano de deshacer esa mentira. Nuestros habían nacido bajo una misma cruz y a su sobra formaron su vida, su identidad y su personalidad. Estas nuevas tierras formaban un conjunto adicto a la verdadera religión, inclinado a la verdadera causa de la libertad, contando con la ayuda de Dios y de la Virgen María, subrayada con singulares presencias; junto al deseo de ser de sí mismo.

Belgrano fue un alentador de la fe; lo asistían altísimos valores cristianos. El general los expresaba en muchos aspectos sobre todo en los exteriores que despertaron la simpatía de los pueblos autóctonos, de los cuales era profundo defensor.

El 24 de septiembre de 1812, en la festividad litúrgica de Nuestra Señora de las Mercedes, el general Belgrano decide ponerse bajo el manto de María y la involucra en la protección de los patriotas de las bien conocidas actitudes sádicas que habían adoptado los españoles con aquellos que consideraban rebeldes a la corona.

Solicita la imagen de la Virgen para rendirle homenaje y hacer jurar a sus tropas ante ella que lucharían en defensa de la Patria bajo su protección celestial, y todos lo hacen.

Inicia Belgrano con el Ejército del Norte una cadena de oración, rezando el rosario en los atardeceres de cada víspera de contienda, también involucró al pueblo entero con sus mujeres, ancianos y niños, logrando una unidad de fortaleza espiritual impresionante, así arengaba a sus tropas y pueblo en general: "La Santísima Virgen de la Merced a quien he encomendado la suerte del Ejército, es la que ha de arrancar del enemigo la victoria".

Apela al rezo del Santo Rosario, ¿Por qué? ¿Tan solo por su devoción personal? Pues no!, él sabía y confiaba en el Rosario que no es tan solo una oración vocal sino también mental y que mediante esta oración han llovido muchos favores sobre la cristiandad; tal cual lo sucedido el domingo 7 de octubre de 1571 con la victoria de Lepanto, cuando la flota española bajo el mando de don Juan de Austria detuvo las fuerza vivas del islamismo que amenazaba invadir Europa.

Y fue así como la fiesta de Nuestra Madre y Señora que conmemoramos mañana, 7 de octubre, primigeniamente bajo la advocación de la Victoria fue instituida especialmente bajo el nombre del Rosario, con innumerables favores papales, como los que concediera Gregorio XIII con indulgencia plenaria en donde se halle establecida la archicofradía del Rosario y con rito y oficio propio con León XIII el papa del Rosario, como la historia lo recuerda.

Belgrano, es el hombre agradecido a Dios y a la Virgen, a quienes atribuye el triunfo en la batalla de Tucumán "por los favores que mediante su intercesión nos dispensó el Todopoderoso" y, por ello, como gratitud remite las banderas tomadas del Real de Lima como ofrenda de gratitud para el templo de Nuestra Madre y Señora de la Mercedes.

Es aquel que luego de la victoria de las armas en Salta reconoce que "todo se debe a la singular protección del Dios de los Ejércitos" y quien señala que "se necesitan para gobernar hombres cristianos y de juicio".

Aconseja incluso al mismísimo San Martín que no olvide "que es un General Cristiano, Apostólico Romano, cele Ud. que en nada, ni aún en las conversaciones más triviales, se falte el respeto de cuanto diga a nuestra Santa Religión; tenga presente no sólo a los Generales del Pueblo de Israel, sino a los de los Gentiles..."

También Belgrano, como cristiano coherente, creía fervientemente en la parusía y consideraba que Manuel Lacunza, el preclaro sacerdote y teólogo jesuita hispano, la exponía con claridad en su obra "La venida del Mesías en gloria y majestad". Por ello, mandó hacer y solventó de su bolsillo una edición en Londres en 1816 para su difusión en las Provincias Unidas. Este es un punto que muchos de sus biógrafos no suelen tratar.

El propósito principal de la Academia Belgraniana de la República Argentina es rescatar la figura del Prócer de la sola faceta de Creador de la Bandera. Manuel Belgrano fue un alentador de la fe en todos los pueblos, los caídos, los decepcionados, los desilusionados, los que deseaban un cambio.

Ferviente católico, practicante de su devoción mariana, Manuel Belgrano nos dejó además de nuestra bandera claros ejemplos de coherencia de espíritu, lucidez meridiana y un legado de honestidad y probidad. Dio todo sin pedir nada a cambio.

Manuel Belgrano, un miembro ilustrado de la élite del Virreinato del Río de la Plata, era un católico devoto, su fe y su relación con la Cofradía del Santísimo Rosario de Mayores, en la Iglesia de Santo Domingo, fundada en 1586 y confirmada en 1602, nos traen hoy a postrarnos ante la histórica imagen de Nuestra Señora del Santísimo Rosario de la Reconquista y Defensa de Buenos Aires ante la cual el Creador de la Bandera y Libertador de Pueblos oraba y agradecía, suplicaba y confiaba.

Durante las invasiones británicas al Río de la Plata, Santiago de Liniers hizo voto ante esta sagrada imagen y el 24 de agosto de 1806 el futuro conde de Buenos Aires ofrendó a Ntra. Señora del Rosario las banderas conquistadas a los invasores, varias de ellas todavía pueden verse en este camarín privilegiado. Desde entonces se reconoció y venera como "Nuestra Señora del Rosario de la Reconquista y Defensa de Buenos Aires" y en merecido tributo la Academia Belgraniana de la República Argentina la agracia con la Distinguida Orden del General Manuel Belgrano para exaltar con esplendor la fe y devoción que a Ella profesamos y a la cual nos consagramos en este año jubilar dominico, recordando con amor piadoso que la misma Madre de Dios, en persona, le enseñara a santo Domingo a rezar el rosario, allá por el año 1208, y le dijera que propagara esta devoción y la utilizara como arma poderosa en contra de los enemigos de la fe.

Dios tiene muchos planes, aunque muchas veces no los comprendamos; hay algo que nos obliga a confiar en el autor de la vida por esa virtud de la fe. Manuel Belgrano fue un instrumento del Altísimo en nuestra tierra, solar naciente de un país que es el país de la libertad.

Por último: visto el Jubileo a 800 años de la muerte de Santo Domingo de Guzmán por mandado por Su Santidad el papa Francisco -secularmente Jorge Mario Bergoglio, Académico de Honor de esta Institución-, en recuerdo y honor del paso a la inmortalidad y obra del Maestro fundador de los Padres Dominicos acaecido en Bolonia el 6 de agosto de 1221; Considerando: las acciones heroicas y virtuosas de don Manuel Belgrano, que anuncia al Libertador de Pueblos, como el más religioso de los próceres nacionales y que honró como profeso Terciario Dominico, adicto a la verdadera religión; la importancia de los Padres Predicadores en la familia Belgrano; el fomento del uso del escapulario en sus tropas, entre otros piadosos sacramentales; y las demás expresiones exteriores de su religiosidad y auto-abnegación; su ser, siempre estuvo anclado en el amor de Dios; y la particular devoción del General Belgrano a Nuestra Señora del Santísimo Rosario; la Academia Belgraniana de la República Argentina, por unanimidad resolvió designar y proclamar a la Basílica de Nuestra Señora del Rosario y Convento de Santo Domingo de la Ciudad de Buenos Aires como Casa Espiritual del General don Manuel Belgrano. ¡Que así sea!  

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