EXTRACTO DE LA ALOCUCIÓN DEL SEÑOR ACADÉMICO PRESIDENTE
ante los alumnos de la Escuela de Educación Técnica Nro. 21 "Manuel Belgrano"
Ciudad de Resistencia, Provincia del Chaco, 6 de junio de 2023
La vida de Belgrano es
una vida ejemplar y diferente. Realizó una vida propia, vigente hoy y en el
futuro.
Modelo de juventud es
ejemplo para las generaciones que le siguieron. Su espíritu inquieto y
perspicaz lo distinguió desde siempre.
Siendo adolescente, a
los 13 años, continuó sus estudios en el Real Colegio de San Carlos de la
Ciudad de Buenos Aires. Cerca de su
domicilio. Este fue el primer establecimiento educativo de Buenos Aires y
antecedente del Colegio Nacional de Buenos Aires, fue el más importante en los
tiempos de la Colonia.
Por sus claustros pasaron
Manuel Belgrano, Mariano Moreno, Juan José Paso, Cornelio Saavedra, Juan José
Castelli y Bernardino Rivadavia, entre
otras personalidades ilustres de la época que marcaron el rumbo de la Nación.
A los 16 años de edad
es enviado por sus padres a España para allí perfeccionarse en comercio, tema
vital y vigente en su época, pero cambió
su profesión en busca de un ideal mayor que era formar a un nuevo pueblo, a una
nueva nación en valores que él supo descubrir. Belgrano detectó la validez
espiritual y material de los habitantes de esta parte del mundo.
Salamanca y Valladolid
donde curso la carrera que había elegido, le abren sus puertas, llegando a
graduarse como Bachiller en Leyes a los 18 años, era el año 1789 cuando se
produce la Revolución Francesa.
Su saber en leyes le
permitió ayudar a su padre en una causa que lo tenía a maltraer y que había
mellado su relación con la corona. Su especial cuidado de la economía política
lo promovió a tan temprana edad a ser el primer presidente de la Academia de
Práctica Forense y Economía Política en Salamanca.
El joven Belgrano era miembro
de una familia distinguida por su accionar. Su cuñado, el sevillano José María
Calderón de la Barca, esposo de su hermana María Josefa, persona influyente en
la corte española, le abrió paso para
proyectarse social y profesionalmente, permitiéndole esgrimir su saber desenvolverse con cortesía
y diplomacia, como el mismo lo avizoraba en temprana edad.
Durante su permanencia en la
capital de la Madre Patria, alcanza un éxito notable y de destaque que le
granjea prestigio también entre los
miembros de la Iglesia, a tal punto que le permitió que intercedieran hasta obtener
del papa Pío VI una autorización para leer toda clase de literatura prohibida.
Dicha concesión se le otorgó «... en la forma más amplia para que pudiese
leer todo género de libros condenados aunque fuesen heréticos». Su
participación en tertulias de la Orden de Carlos III le permitió tomar contacto
con la sociedad madrileña y familiarizarse con sus símbolos consagrados a la
Virgen María en su advocación de la Inmaculada Concepción. El celeste y blanco
de la banda y venera de sus miembros dejaron en la retina del futuro General
los colores que tan celestialmente vinculaba a la familia real española con la
Madre de Dios y a su vez la distinguía de otras.
Paralelamente estudia
idiomas, latín, francés, italiano e inglés, logrando traducir en 1794, con tan
solo 24 años de edad, las “Máximas generales del gobierno económico de un reino
agricultor” del francés François Quesnay.
Maduraron en Belgrano
ideas y políticas que atesoraba en su memoria para darle vida en algún próximo
momento.
Altamente comprensivo
entendió que la tierra que lo vio nacer y que tan distante se encontraba,
estaba necesitada de bases y columnas firmes para su porvenir y el de sus
habitantes. Aceptando la designación real de hacerse cargo del Real Consulado
de Buenos Aires retorna y hace historia.
Las memorias del
consulado era una documentación obligatoria de redacción anual donde constaba
cada hecho, suceso y accionar de esa entidad que se le había confiado. El Real
Consulado del Virreinato del Río de la Plata fue su gran y primera plataforma,
donde pudo registrar sus ideas sobre el porvenir económico de su patria. Desde
allí irradio las luces de su inteligencia. Leerlas es precisamente
interiorizarse de la historia de la evolución del país que más tarde sería la
República Argentina y nuestra patria independiente. Es un tesoro de ideas y
proyectos frustrados en su gran mayoría, es cierto, por desinterés en la
legislación vigente que ejercían los españoles sobre sus posesiones de
ultramar.
A los 27 años ya es
militar por designación del Virrey Melo, asumiendo como Capitán de Milicias.
Antes de cumplir 30 años ya había fundado la Escuela de Náutica y la de Dibujo.
Manuel Belgrano es el primer estadista educador y primer promotor de la escuela
técnica. Como esta casa que lleva su nombre.
El propia Sarmiento
señala a Belgrano como “el único
propagador de escuelas durante la época de la independencia”. Buscó educar
a sus compatriotas tendiendo a una nueva y superadora vida social. Vio y
comprendió la importancia de las políticas públicas de educación y de trabajo
para alcanzar el desarrollo integral del individuo y su bienestar general.
En el marco de esta
incipiente educación técnica, artesanal e industrial, el impulso pedagógico
belgraniano integra las ciencias exactas y naturales con los idiomas modernos,
y también con el dibujo. Efectivamente, el dibujo técnico, un espacio
curricular aun hoy emblemático de la escuela técnica, es para el prócer la base
trans-disciplinaria de la educación popular de los trabajadores. Y si viviera
hoy no dejaría de alentar los estudios tecnológicos con base en la informática
y comunicación global.
En un poco más de 10
años logra trazar la mediatriz de su vida y el horizonte de su patria. Amó y
fue amado, puso pasión a sus impulsos, nunca se olvidó de sus orígenes, acompañó
a sus padres en los tiempos prósperos y en los adversos, Dios fue su fuerza y
el baluarte donde anidó siempre su propósito y encontró refugio su alto don de
gente, lucho incansablemente consigo mismo para que los glorias momentáneas y
las adulaciones circunstanciales no lo cegaran cayendo en el hedonismo
terrenal.
Pero nada en su vida
fue casual, sino por el contrario fue causal. Su trabajo temprano de
introspección le hizo descubrir el llamado de grandeza al que había sido
convocado. Sensible a los estímulos y significados tangibles e invisibles de
sus cometidos nos dejó el paño blanco y celeste que nos une y nos cobija a
todos por igual, sin distinción alguna. Esa Bandera es traída hoy a esta
Escuela para que sea visible identidad, inspiración constante y significante
propósito de seguir construyendo en vosotros y en quienes le sigan el “Norte
Grande”.
La Presidencia de la
Academia Belgraniana de la República Argentina está orgullosa de encontrarse en
esta hermosa Provincia donde el Puente “General Belgrano” une a las provincias
de Chaco y Corrientes sobre el Río Paraná; donde un departamento lleva el
nombre del Precursor de la Independencia Nacional; donde un paraje es llamado
Fortín Belgrano; donde la Plaza de Resistencia evoca al Libertador de Pueblos; donde un ferrocarril nacional, calles, avenidas y muchos lugares más tienen y
llevan el nombre del Creador de la Bandera; pero más allá de todo ello - que
puede ser grato a los sentidos cívicos - es el lugar donde late el corazón una sociedad
comprometida con los ideales belgranianos y que trabaja día a día por defender los
derechos de los pueblos originarios, preserva los recursos naturales y da verdadera importancia a las
mujeres en la organización nacional, tal cual lo proclamara Manuel Belgrano. Ese
Belgrano que hoy les presento como un joven ejemplar y diferente.
Muchas gracias.
Prof. Rubén
Alberto Gavaldá y Castro
Presidente de la Academia Belgraniana