martes, 3 de mayo de 2022

Alocución del Señor Presidente de la Academia Belgraniana sobre la gesta de Mayo y Manuel Belgrano pronunciado el 3 de mayo de 2022

 


Mayo de 1810 convirtió al insigne letrado Manuel Belgrano en un actor político y militar relevante. Los acontecimientos de aquel entonces sorprendieron al Prócer, quien en sus Memorias de 1807 expresaba que faltarían unos cien años para que las colonias españolas hicieran lo que las inglesas del norte habían llevado adelante declarándose independientes en 1776.

Como hombre de plena confianza y de profunda fe en el Creador espera el momento propicio y providencial. Toda su vida no estaba lejos de la presencia de los designios de Dios. En 1808 señala que “Dios mismo nos presenta la ocasión” de ser independientes al producirse aquellos sucesos de la España peninsular coronados en el sojuzgamiento y humillación bonapartista que concluyó con la abdicación de Bayona.

La invasión de Napoleón a España y la captura de los reyes plantearon una crisis institucional de profunda envergadura ante la cual el continente hispanoamericano responde con lealtad supuesta y una organización de gobierno que prometía cuidar los bienes e intereses a nombre de Fernando VII, que derivaría paulatinamente en una cautivante autonomía.  

Belgrano fue llamado a ser parte de la Primera Junta, que no fue la primera en el orden en las juntas formadas en el Plata, por sus cualidades, prestigios muy ganados. Nos encontramos ante un hombre providencial que ponía toda su fe, su alma y su corazón en todo aquello que emprendía. Castelli, por su parte, era distinto en su temperamento, fue un hombre con un manto de vehemencia patriótica, antepuesto a su primo Manuel Belgrano, en quien yacía un ejemplar manto de temperancia, humildad y tolerancia. Nace en esta acción, en este mes de mayo, las ideas y principios que el Creador de la Bandera Nacional habría de sostener e impulsar por 10 años, hasta la consumación de sus días.

La autonomía para la tierra que lo viera nacer y proyectarse como modelador de un futuro próspero y jerarquizador, irá virando con sucesivos y progresivos pasos:  primero tomó distancia del caos peninsular, pero custodió la legitimidad de las entidades surgidas en España a nombre del rey, y como no habría de hacerlo si fue la Secretaría perpetua del Consulado de Buenos Aires el medio y vehículo primigenio que utilizó para plasmar su idea y modelo de nación; luego apoyó las aspiraciones de la hermana de Fernando VII residente en Río de Janeiro, porque como hombre de leyes sabía que la princesa Carlota Joaquina, era la única persona con derecho de sangre y en condición libre que podía ocupar el lugar de su hermano; hasta el momento en que entiende que no son las instituciones sino la personas las que gravitan para bien o para mal los procesos y proyectos; llegando a producir gestos de alto contenido simbólico, como la bandera celeste y blanca que nos legara y que hoy la Academia Belgraniana enarbola en esto solar histórico en el mástil junto al Mausoleo que preservan sus restos. 

Honor y gloria a los hombres de Mayo y sobre todo a Manuel Belgrano, precursor y fundador de la independencia argentina, quien puso el interés público por sobre cualquier conveniencia particular, renunciando al mundo de prebendas y comodidades de su condición social, para ser un luchador convencido y convincente en la lucha por su tierra y su gente.

Hoy también recordamos la providencia que trajo procedente de Europa en 1773 la imagen de María Santísima en su advocación de Nuestra Señora del Rosario, confiada al pueblo de Rosario, declarado entonces del pago de los Arroyos. Bajo su amparo fue creada la sublime enseña que el 27 de febrero de 1812 enarbolara el General Belgrano. A ella, tomando las palabras de Joaquín V. González, con orgullo le decimos:

“Bandera de la Patria, celeste y blanca, símbolo de la unión y la fuerza con que nuestros padres nos dieron independencia y libertad; guía de la victoria en la guerra y del trabajo y la cultura en la paz.

Vínculo sagrado e indisoluble entre las generaciones pasadas, presentes y futuras.

Juremos defenderla hasta morir antes que verla humillada.

Que flote con honor y gloria al frente de nuestras fortalezas, ejércitos y buques y en todo tiempo y lugar de la tierra donde ellos la condujeren.

Que a su sombra la Nación Argentina acreciente su grandeza por siglos y siglos y sea para todos los hombres mensajera de libertad, signo de civilización y garantía de justicia”. 

Muchas gracias.


Prof. PhD D. Rubén Alberto Gavaldá y Castro

Académico Presidente

TACUARÍ: UN TRIUNFO POLÍTICO

  TACUARÍ: UN TRIUNFO POLÍTICO Por Ernesto Martinchuk Consejero Académico Que una derrota militar puede transformarse en un triunfo político...