viernes, 29 de septiembre de 2023

Discurso del Señor Académico Presidente pronunciado en la Ciudad de Mar del Plata el 26 de septiembre de 2023

 


MANUEL BELGRANO

UN CLARO EJEMPLO PARA LOS JÓVENES DEL PAIS QUE SOÑÓ

 

Discurso del Señor Presidente de la Academia Belgraniana de la República Argentina pronunciado el martes 26 de septiembre de 2023 ante la Comunidad Educativa del Centro de Formación Profesional Nro. 10 “San Juan Pablo IIº” de la Ciudad de Mar del Plata

 

Estimados compatriotas:

Cuando pensamos en los próceres, inmediatamente asociamos su figura a la iconografía que los representan en sus etapas de gloria, aquellas que hemos visto en la ilustración de libros, enciclopedias, en las búsquedas virtuales, en los monumentos en la vía pública y hasta en billetes de nuestra moneda nacional; pero son más que un tributo nacional icónico, ellos fueron personas de carne y hueso que al igual que nosotros vivenciaron anhelos y esperanzas, fracasos y miedos, logros y triunfos, amores y envidias.

Fueron personas que eligieron dejar huellas en el sendero de su vida, trazando una meta movilizadora para su ser. Insertos en una familia, tuvieron amigos y compañeros de ruta y, en algún momento de sus vidas, decidieron qué y dónde estudiar y formarse. Tal cual nos sucedió, sucede o sucederá a nosotros. 

Esta faceta humana es la que quiere rescatar  la Academia Belgraniana de Manuel Belgrano, indubitablemente el hombre que en su época fue el más culto del Río de La Plata.

En su autobiografía podemos conocerlo y leer cuando se refiere a su Padre que: "Me proporcionó la enseñanza de las primeras letras, la gramática latina, filosofía y algo de teología en el mismo Buenos Aires". "Sucesivamente me mandó a España a seguir Leyes, y allí estudié en Salamanca. Me gradué en Valladolid, continué en Madrid y me recibí de abogado en la Cancillería de Valladolid".

Aquí el primer rasgo de la actitud movilizadora de don Manuel, he aquí su don de gente: es agradecido con sus padres por todo cuanto le han brindado y por los puentes que han trazado para que se instruyera y educara convenientemente. Siempre alguien hace algo por nosotros sin que nos demos cuenta.

Desde temprana edad se mostró  interesado por el saber y durante su juventud nada le preocupó más que conocer las ideas en boga, pero no para guardárselas para sí mismo sino para  trasmitirlas. Yace aquí otro rasgo distintivo de su persona, su generosidad.

Lo bautizaron con el apodo de “Doctor Buñuelos”, calificativo que se le impuso porque era de un excelente aspecto exterior, con un interior lleno de ideas. Esas ideas serán su guía y horizonte, aunque lamentablemente muchas de ellas no pudieron ser concretadas.

Sus primeros pasos en el saber los tuvo en su casa, no había jardines de infantes en aquella época, sus padres y sus hermanos mayores lo guiaron en el saber ser y estar; luego a los 7 u 8 años como era costumbre en aquel tiempo Belgrano llega a la Escuela Parroquial de los Padres Dominicos ubicada en la esquina de su casa y recibe allí la primera formación formal para,  posteriormente, ingresar en el Real Colegio de San Carlos. Ya adolescente recibió una sólida aptitud que fueron base para llegar a perfeccionase en España más precisamente en las Universidades de Salamanca y Valladolid.

En sus primeras letras fue su maestro fray José Matías Guillermo del Rosario de Zemborain, quien junto a otros destacados dominicos formaron el temple del adolescente Manuel. La cercanía con la Orden de los Predicadores y su avidez por nutrirse de lo nuevo lo convirtió en un joven poseedor de una gran formación filosófica y política.

Aprendió idiomas, realizó traducciones de libros, y participó de tertulias en donde se debatían los temas más actuales de la época. Es decir: buscó luz y conocimiento más allá de lo que los claustros académicos le brindaban. Moraba en él la concepción superadora de la vida.

Así, el Hijo Pródigo de Buenos Aires, se convirtió en el primer Ilustrado del Río de La Plata, presentándose como un liberal revolucionario, con un bagaje de ideas netamente innovadoras que transformarían la vida de sus compatriotas.

En su secundario, a la edad de 14 años, Belgrano ya tenía estudios de lógica, física, metafísica, ética y moral, filosofía, latín y literatura, según los pensum- es decir: el plan de estudios- de entonces. Destaca en esta etapa su profesor, el sacerdote y educador de la Orden de los Predicadores,  Luis José de Chorroarín quien fuera denominado el “padre” o el “maestro” de la Generación de Mayo. El mismo que en 1818 ya como diputado solicitada al Congreso reunido en Buenos Aires se le agregase un sol a la Bandera creada por quien fuera su alumno.

Todo esto sucedía en su tierra natal, en aquella gran aldea que era Buenos Aires; pero llegaba la hora de continuar sus estudios; tal cual nos sucede muchas veces a nosotros que debemos viajar y hasta radicarnos en otros lugares, conocer nueva gente y cultura para así poder progresar y estudiar. Los caminos que tenía el Creador de la Bandera eran o bien radicarse en Córdoba, o en la Real Universidad de San Felipe en la Capitanía General de Chile, o quizás estudiar en Europa. Adoptó esta última opción.

A mediados de 1786, Manuel Belgrano con apenas dieciséis años de edad, se embarcó en compañía de su hermano menor Francisco de 14 años rumbo a la Metrópoli española, semanas llevaba la travesía por lo que seguramente aquel adolescente estaría embargado de cintos de preguntas con pocas respuestas. Pero su propósito: estudiar, se mantuvo inmutable aunque no le resultara fácil al principio, dado que con el motivo de formarse en comercio termina estudiando Derecho en la Universidad de Salamanca. Su Padre el comerciante Domingo Belgrano Pérez en su pedido de autorización al virrey Loreto expresa: “para que se instruyan en el comercio, se matriculen en él y se regresen con mercaderías a estos reinos”.

Permaneció el joven Manuel en la Península entre 1786 y 1793, y sufrió privaciones y estrecheces económicas que formaron su temperamento, pero no desaprovechó ninguna instancia positiva que Dios, la vida y su destino le ponían en su camino.

Supo ser activo en su propia formación, no esperó nada gratuitamente. Supo ganarse el lugar que para sí quería.

A la edad de 19 años, el 23 de enero de 1789, según reza un certificado firmado por el rector de la Universidad de Valladolid, el Dr. Hugarte, y los examinadores, los Dres. Samorano y Guerra; Belgrano solicitó, por un lado, el reconocimiento de los estudios realizados en la Universidad de Oviedo y prestó juramento de obediencia para matricularse en dicha universidad, y además, peticionó posteriormente se le autorizase a rendir examen de Bachiller en Leyes, lo cual fue concedido.

De esa forma, se presentó ante la mesa examinadora, el 28 de enero, mesa que estaba integrada por el decano de la Facultad de Leyes y los Dres. Manuel de Junto, Tomás Moyano y Manuel de León Santos, exponiendo el tema “Quibus Modis reconstritur” (que traducido se leería “De esta manera se reconstituye”). Hablar en latín no era una excentricidad, las clases de los profesores y las ponencias de los alumnos se hacían en ese idioma. Y no es un tema menor detenerse en ese título, quizás ya habían echado profunda raíz sus ideas que vuelca en un propósito: constituyendo de nuevo las cosas, devolviendo salud, fortaleza y vigor al futuro.

Una vez aprobado el examen correspondiente se le otorgó el título de Bachiller en Leyes. De ese modo, Belgrano completaba sus estudios; “graduándose como Bachiller en Leyes, con medalla de oro, dedicando especial atención a la economía política, para luego realizar las pasantías correspondientes”. (Mitre 1947: p.138).

Por fin, el 31 de enero de 1789, recibido el certificado de Bachiller en Leyes, Belgrano parte con destino a Madrid. Preparado se presenta en la Cancillería de Valladolid, donde rinde y aprueba el examen de abogado ante la Audiencia de esta última ciudad para obtener el título correspondiente el 6 de febrero de 1793. Al momento de su graduación, Belgrano tenía apenas 23 años de edad.

Es Belgrano un ejemplo de tesón, de un espíritu inquieto y superador de su propia existencia, un modelo de don de gentes, cualidad que no es una leyenda urbana sino palpable manifestación de un don divino, de un algo más que les permite ser único.

Manuel Belgrano contó con carisma, simpatía y empatía por los demás a las que unió las virtudes capitales de resiliencia, asertividad e inteligencia emocional sumando extrema humildad a su capacidad de trabajo y entrega.

El precursor y pionero de la educación popular argentina, el guía y faro en el arte de la convivencia y artífice también del protocolo de este país y del ceremonial que atañe a sus ciudadanos, el promotor de la igualdad del hombre y la mujer, y el fundador de las Academias de Náutica, Dibujo y Matemáticas nos legó para siempre sus valores: sentimiento de Patria, humildad, coraje, deseo de libertad y compromiso.

Hoy la Bandera que nos dejara como sublime Enseña es donada a esta Casa de Formación con el deseo que su paño blanco y celeste cobije vuestros días y sea representación permanente de la gloria de la Patria independiente y libre que anhelaba su Creador. Un Manuel Belgrano que un día expresara las siguientes palabras que hago mía como humilde educador: “Un pueblo culto nunca puede ser esclavizado".

 

Gloria a Belgrano, un claro ejemplo para los jóvenes del país que soñó

Gloria a Belgrano, creador de nuestra enseña, prócer ilustre y virtuoso americano

Gloría a Belgrano, el precursor y pionero de la educación popular argentina

 

Muchas gracias.


Prof. Rubén Alberto Gavaldá y Castro

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