martes, 25 de noviembre de 2025

¿Quién fue Jean Adam Graaner? El agente sueco que participó durante el Congreso de Tucumán en 1816

 


¿Quién fue Jean Adam Graaner?

El agente sueco que participó durante el Congreso de Tucumán en 1816

 

Por el Sr. Ernesto Martinchuk

Académico de Número

26 de noviembre de 2025

El 24 de noviembre de 1819, a los 37 años, en un navío británico a la altura del Cabo Buena Esperanza fallecía Jean Adam Graaner. Unos años después, en Santa Elena también moría otro enemigo de los ingleses: Napoleón. También Mariano Moreno murió en marzo de 1811 en alta mar, durante un viaje a Inglaterra en misión diplomática. Pero, ¿Quién era este personaje llegado misteriosamente a Buenos Aires y el único extranjero que participó en las deliberaciones del Congreso de Tucumán en 1816?

 

Los pocos datos que existen es que, Jean Adam Graaner (1782-1819) fue un oficial de la marina de sueca que se destacó en la guerra ruso-sueca entre 1808 y 1809. Luego se trasladó de la marina al ejército y participó en la primera campaña en Alemania contra Napoleón. También luchó contra los noruegos. En 1815 alcanzó el grado de capitán del Estado Mayor y más tarde ascendió a Mayor. Era un oficial de vasta cultura y un muy buen observador. Dominaba varios idiomas, pero la geografía y la historia fueron sus materias favoritas, aunque no ignoró la economía. Su curiosidad lo llevó a especializarse en la minería.

 

Graaner realizó entre los años 1816 y 1819 dos viajes al Río de la Plata. Su llegada fue un tanto misteriosa, se produce después de la caída de Napoleón y cuando la Santa Alianza, Prusia, Austria y Rusia, pretendían intervenir en la recuperación de las colonias hispanas y cuando existía una rivalidad geopolítica entre Inglaterra y Rusia. La primera pretendía una supremacía marítima y un equilibrio de las llamadas potencias continentales. Por su parte, Rusia basaba su acción geopolítica en su supremacía continental y el equilibrio de las potencias marítimas como Inglaterra, España y Francia.

 

El Congreso de Viena (1814-1815) trató el proceso de recuperación por parte de Fernando VII de sus colonias, lo que en cierto modo fue impedido por Inglaterra, dado que la emancipación de las mismas le había abierto un fabuloso mercado para cubrir su producción manufacturera y los negocios comerciales. Según algunos historiadores existió la idea del envío de una fuerza expedicionaria rusa con cien mil hombres, pero todo fue desbaratado por la habilidad diplomática y las actividades de los agentes de la corte de Saint-James. Por otra parte, en 1816, salvo las Provincias Unidas del Plata, todas estaban dominadas por los realistas de Fernando VII. Chile derrotada, Perú parte de la reconquista realista, Colombia y Venezuela dominadas por el general Morillo y Bolívar radicado en Jamaica.

 

A todo esto, Jean Baptiste Bernadotte (1763-1844) estaba sujeto a la política del zar Alejando I -verdadero triunfador en el Congreso de Viena- por cuanto su candidatura al trono de Suecia (fue el príncipe heredero de 1810 a 1818) dependía de lo que resolviera la Santa Alianza, donde el ruso tenía mucho peso. Graaner era un agente directo de Bernadotte, pero indirectamente, también, del zar Alejandro I, quien observaba todo lo que sucedía en el Río de la Plata con suma atención.

 

Horas decisivas

 

Es importante recordar que la situación de nuestras provincias no era muy satisfactoria y las deliberaciones llevadas a cabo en Tucumán eran decisivas, dado que uno de los puntos a tratar por el Congreso de Tucumán era la forma de gobierno con el objetivo de obtener unidad, tanto política como territorial. En aquellos días la lucha estaba polarizada entre federalistas y centralistas. La situación europea convenció a Manuel Belgrano que lo mejor para la causa americana era la formación de una monarquía parlamentaria, de esa forma nuevamente, como en 1809, junto a la Infanta Carlota, el creador de la Bandera ocupara un rol importante, junto con José de San Martín y Martín Miguel de Güemes, cuyas opiniones eran de suma importancia, dentro de las filas del monarquismo.



El primero que trata el problema es precisamente Manuel Belgrano en la célebre reunión días antes de la Declaración de la Independencia y donde expone la necesidad de instalar una monarquía constitucional o temperada, al estilo inglés, designando como casa reinante a un descendiente de los incas. Belgrano sostenía esta tesis fundamentada en dos razones:

 

Se realizaba un acto de justicia y se participaba de la idea de la legitimidad del poder, idea vigente en aquellos momentos por toda Europa proclamada, además, por la Santa Alianza. Esta restauración, desde el punto de vista de la estrategia militar, significaba la sublevación general de toda la población indígena, en especial en el Alto Perú, donde anteriormente se había producido la sublevación de Pucamahua. Por otra parte, debemos recordar el buen trato y la diplomacia con que Belgrano trataba a los distintos caciques.

 

Belgrano presenta la propuesta de la monarquía incaica ante el Congreso que estaba formado por 40 (cuarenta) diputados. Por sus lugares de nacimiento estaba representada toda América del Sur. La crónica aporta los siguientes números: Tupiza y Oruro (Alto Perú), Lima, Chuquisaca (2); Mizque, Cochabamba, Jujuy (2), Salta (4), Tucumán (2), La Rioja, Santiago del Estero (2), Córdoba (5), San Juan, Mendoza (2) y Buenos Aires (4). La mayoría de ellos eran hombres universitarios (14 sacerdotes, 18 abogados). Sólo dos de ellos habían estudiado en Europa y 33 en universidades americanas: Universidad de Córdoba (17), Charcas (8), Chuquisaca (3), Lima (1), Universidad de Chile (4).

 

De haberse puesto en práctica esta idea se hubiera incorporado el virreinato del Perú. Todo se hubiera transformado en una derrota militar, para España en poco tiempo, especialmente en Perú, donde los generales hispanos centralizaban sus actividades y la última batalla contra los realistas fue Ayacucho.

 

De esto se deduce que el “porteñismo” quedaba diluido en aquel Congreso. Aclaremos que con “porteñismo” nos referimos al grupo conformado por los representantes de Buenos Aires que bregaban por mantener la hegemonía y centralidad de esta ciudad sobre el resto del país, -conflicto que luego se repite entre Unitarios y Federales, aún vigente en nuestros días- en oposición a los demás diputados que se plegaron al “plan Cuzco”; es decir, al traslado de la capital a esa ciudad peruana, tal como originalmente lo proponía Belgrano.

 

A pesar de que la mayoría de los diputados apoyaron la propuesta de Belgrano, quien propuso a Juan Bautista Túpac Amaru, -hermano de José Gabriel Túpac Amaru, líder de la rebelión indígena en el siglo XVIII, que había pasado muchos años preso en España- como candidato para ser coronado como rey de las Provincias Unidas del Río de la Plata. El sector de diputados que no estaba de acuerdo con el “plan Cuzco”-en su mayoría los diputados porteños- debían defender la ciudad puerto y su hegemonía mercantil, foco de la contra-unidad americana de la burguesía mercantil, que logró pasar a sesiones secretas la discusión.

 

Belgrano buscaba con esta fórmula la fortificación del orden interno y el aumento del poder militar para poder enfrentar a las potencias extranjeras en una situación de ventaja y asegurar una fortaleza interna en las divisiones que imperaban en esos momentos. Todo el pensamiento de Manuel Belgrano nos aporta conceptos y valores cada vez más vigentes en nuestros días para reflexionar, sobre nuestra realidad política, económica, cultural y educativa…

 

Algunos historiadores coinciden en que esta situación hizo que los opositores a la propuesta de Belgrano ganarán tiempo para desprestigiar el proyecto desde la prensa porteña y se burlaban diciendo que “al rey patas sucias habría que buscarlo en alguna pulpería o taberna del altiplano”.

 

La idea de la monarquía incaica fue rechazada de plano por Fray Justo Santa María de Oro y Tomás Manuel de Anchorena, a quién algunos acusan de favorecer la política inglesa que buscaba el puerto de Buenos Aires como “cabeza de puente” para extender su geopolítica sobre las jóvenes provincias del Río de la Plata. Más adelante, en una carta dirigida en diciembre de 1846 a su pariente Juan Manuel de Rosas, Anchorena le explica cómo se maniobró diplomáticamente para lograr rechazar la idea de Belgrano.

 

Pero volvamos nuevamente sobre los pasos de nuestro personaje Juan Adán Graaner, quién realizó dos viajes al Río de la Plata, uno en 1816 y otro en 1819. Su llegada fue un tanto misteriosa, pero debió tener muy buenas recomendaciones dado que, poco después de su arribo, mantuvo contacto con los principales referentes de la vida política del gobierno. Sobre este viaje el agente sueco nos ha dejado una descripción y agudas reflexiones dignas de un corresponsal, que en 1949 vieron la luz en la obra editada por El Ateneo en “Las Provincias del Río de la Plata en 1816” (134 páginas), con prólogo de Axel Paulin -ex encargado de negocios de Suecia en Buenos Aires y Santiago de Chile- y traducción de Luis Busaniche, del que fueron extraídas distintas partes del texto de esta crónica.

 

A las pocas semanas de llegar al puerto de Buenos Aires, Graaner viaja a Tucumán y se acercó a Martín de Pueyrredón, marcando una estrecha relación personal con significación política.

 

Graaner sigue los pasos de Pueyrredón hasta Buenos Aires y cambia opiniones con el Director Supremo sobre la situación del flamante Estado. Con una carta diplomática de Pueyrredón, se embarca para Suecia vía Río de Janeiro. Lleva en su cartera el primer documento oficial argentino dirigido a una nación extranjera.

 

Entrega al presidente Illia

 

En una ceremonia realizada el 25 de septiembre de 1966 en la Casa de Gobierno, le fue entregado al Presidente de la Nación, Arturo Illia, como un homenaje al 150 aniversario de la independencia, ese documento fechado el 18 de septiembre de 1816, suscripto por el brigadier general Juan Martín de Pueyrredón, remitido a la corte de Suecia donde daba cuenta de la declaración de la independencia.



De izquierda a derecha el embajador de Suecia, doctor Osten Ludberg (2); el presidente de la Nación, doctor Arturo U. Illia (3), leyendo el documento y el embajador argentino en aquel país, doctor Mario Giordano Echegoyen (4). Foto AGN

 

El texto del documento es el siguiente con su ortografía original:

 

“Las Provincias del Río de la Plata acaban de constituirse independientes de su antigua Metrópoli, del Rey de España, y de sus supresores por Declaración solemne de sus Representantes Nacionales. Todos los pueblos la han recibido con el mayor entusiasmo, y están dispuestos a no renunciar sacrificio de cualquier género por conservar unos derechos consagrados por la Justicia en la causa que pleitean, y por las ventajas gloriosas que han adquirido sobre los opresores implacables de su libertad. El oficial Mr. T. A. Graner Vasallo de V.A.R.  que ha visitado estos Países hasta el interior, podrá testificar de estas disposiciones, y yo he querido aprovechar la oportunidad de su regreso a esa corte, para ofrecer a V.A.R. mis particulares respetos, los que le tributan estas Provincias que tengo el honor de mandar, manifestando al mismo tiempo  quan satisfactorio sería para ellas que reconociendo V.A.R. el nuebo rango en que han creído deber considerarse, se hiciese asequible el entablecer relaciones comerciales baxo las bases que se juzgaren convenientes y cualesquiera otras del recíproco interés de ambas Naciones. Al mismo tiempo no puedo excusarme en exponer a V.A.R. que la conducta del referido Mr. Graaner en este País ha merecido el aprecio y la distinción de todos estos habitantes, y que llebe consigo este informe que le recomiende de su augusto Príncipe.

Tenga V.A.R. la bondad de aceptar los sentimientos y alta consideración que con este motibo logro poder ofrecer a V.A.R. y de proporcionare algún día el distinguido honor de acreditárselos.

Buenos Aires, septiembre de 1816

Juan Martín de Pueyrredón

Al Serenísimo Príncipe de la Corte de Suecia”.

 

La estadía de Graaner en Brasil no es inútil dado que también observa la situación política y el carácter de los brasileños en relación a los acontecimientos del Río de la Plata. Graaner llega a Estocolmo en mayo de 1817 con un informe redactado en francés para el príncipe Bernadotte, -quién todavía no dominaba el sueco- y agregó verbalmente algunas informaciones de importancia que no correspondía llevar al papel, conociendo la red de espionaje montada por los ingleses en todos los centros diplomáticos. Bernadotte se muestra impresionado por el informe y envía a Graaner nuevamente al Río de la Plata como delegado oficial, con la misión de establecer relaciones diplomáticas entre Suecia y las Provincias Unidas.

 

Ya en Buenos Aires Graaner agrega a su agenda de contactos figuras como el general San Martín, quien llegaba de sus triunfos militares en Chile. Precisamente en su diario personal, Graaner relata que era invitado con frecuencia por el suegro de San Martín, don Antonio Escalada, el mejor contacto para conocer a fondo y de primera línea, distintos aspectos del militar argentino.

 

El sueco era un hombre, además culto, curioso, con muchos deseos de conocer esta geografía y los lugares donde debía cumplir su importante misión. Con varias cartas de recomendación de San Martín visitó a los gobernadores de San Luis y Mendoza. En pleno invierno de 1818 atravesó los Andes nevados, rumbo a Chile; vivió distintas aventuras, pero logró llegar sano y salvo a la capital chilena, y reunirse con Bernardo O´Higgins, con quién no tardó en simpatizar. Recorrió Chile de punta a punta interiorizándose, -dado que era su especialidad- en las regiones mineras. Mediante una negociación logró el otorgamiento de una concesión para la explotación de unas minas. Pero, por alguna extraña razón, cuando sólo había transcurrido uno de los tres años en los que había calculado su misión, Graaner partió, vía Pacífico, rumbo a Suecia. Navegando por un mar con escasos mapas, dos veces estuvo a punto de naufragar entre los atolones. Descubrió con sus acompañantes varias islas nunca visitadas, se enfrentó con indígenas antropófagos, sufrió sed, hambre y junto con sus acompañantes, aguanto innumerables penurias. Cuatro meses y medio pasaron de su salida de Valparaíso para que el agente sueco llegara a la desembocadura del Río Ganges. Tantas penurias resintieron su salud que ya venía deteriorándose desde hacía más de un año. Estando en Calcuta pensó en tomar la ruta Persia, Turquía, Rusia y llegar a Suecia. Pero, por motivos aún desconocidos, cambió su itinerario, seguramente al advertir que los agentes británicos lo venían siguiendo cambió de ruta embarcándose en un navío inglés con destino a Londres.

 

¿Por qué decidió cambiar de ruta? Hasta el momento es un tema desconocido. Tal vez aparezca con el tiempo, algún escrito aún no encontrado. Lo cierto es que Graaner falleció el 24 de noviembre de 1819 a la altura del Cabo Buena Esperanza en el navío británico en el que se había embarcado…

 

El informe de Graaner



Dice Graaner en su informe a Bernadotte: “Espero que me valdrá como excusa, por las imperfecciones del ensayo y particularmente por el mapa adjunto, el hecho de que —me apresuro a manifestarlo— ambos han sido ejecutados en el Océano Atlántico sin el auxilio de un diccionario y sin los instrumentos necesarios para dibujar la carta, durante mi viaje desde el Brasil a Suecia, a bordo del barco más pequeño que, según parece, haya pasado del trópico austral por las costas del Báltico, desde que fue descubierto el Nuevo Mundo”.

 

Graaner dibuja ríos, montañas, sitios de interés y el camino de 50 y tantas postas desde el Río de la Plata hasta el Alto Perú, agregando en inglés –otro de los idiomas que dominaba- descriptivas semblanzas de las tierras que iba visitando en su viaje en coche, acompañado por el criado sueco. Rico en detalles, el inédito mapa de hasta hoy anónimo autor nos muestra la visión del extranjero sobre las gentes y lugares con una calidez de trato no habitual en los diarios de viajeros. Se nota en el sueco el cariño que le provocaron estas tierras.

 

Sus apuntes de viaje detallan lugares, flora y fauna, pero también son una ventana abierta a la cultura de los rioplatenses, en el amanecer de una nueva nación. Ese mapa esta construido con dos hojas adheridas de manera irregular, cuyas medidas son 144 x 67 cm, pegadas sobre un fondo de tela. Se halla algo dañado, con algunos bordes estropeados y manchas de barniz en el reverso. El propio Busaniche escribía en 1949: “El mapa adjunto… En la copia que me ha servido para esta traducción no figura ningún mapa. Es de creer que no se encuentra en el archivo donde está depositado el informe de Graaner”.

 

Decía que a las “praderas altas” tucumanas, “se mandan, en tropas, cantidad de excelentes caballos y mulas que se venden en el Perú”. Añadía que “por sobre estos campos, se ve planear en gran número esos pájaros famosos considerados como los mayores de su especie, que llaman en lengua de Cuzco ´cuntur’, y en Europa ‘cóndor’. Las lagunas y bañados están llenos de garzas, especie de cisnes, y los ríos abundan tanto en pescado que, por ejemplo, en el río de Santiago, no se puede beber el agua durante el mes de octubre, por el mal gusto que le produce la gran cantidad de peces que viven en el río”.

 

 

Anotaba que “los habitantes de la provincia de Córdoba son más industriosos que los de Tucumán”, y daba a nuestra ciudad una población de 7.000 habitantes. Mientras en Santiago del Estero había oído hablar “un dialecto muy dañado del español”, y en la gente del pueblo, “la lengua del Cuzco o quichua”, advertía que, en la zona de Tucumán, “el color de los habitantes se nota más claro, y decae la lengua quichua, hasta que en la ciudad puede oírse un castellano puro”. Decía que San Miguel de Tucumán estaba ubicada “en un valle delicioso, al pie de una

 

Ramificación de la cordillera, rodeada por naranjos, limoneros, higueras y laureles”.

 

“Los criollos –dice Graaner– o descendientes americanos de los españoles de Europa, forman la casta dominante de esta población, si bien más o menos confundida con la raza india o con los africanos” y hace una descripción “La política cruel e insensata de España, que consistía en dejar vegetar en la oscuridad u la ignorancia a los súbditos americanos para poder gobernarlos más a su arbitrio,  ha sido públicamente confesada y confirmada por varios ministros a quienes fueran confiados los asuntos del nuevo mundo. Este sistema vergonzoso fue fielmente observado durante tres siglos y casi todos los españoles establecidos en América lo adoptaron. Es tan sabido como digno de recordarse que los españoles europeos descuidaron a designio la educación de los niños nacidos en América y, más apegados a su patria de origen que a su propia familia, no era raro que prestaran su fortuna y su crédito a extranjeros venidos de España mientras sus propios hijos perecían en la indigencia o en el libertinaje, provenientes del abandono desolador en que vivían”. … Tiene nociones muy claras sobre principios de honor y de moral, es intolerante, carece de iniciativa y sus preocupaciones no van más allá del momento en que vive. Esclavo de sus mancebas, es mal administrador, y deudor moroso. Le gustan con locura los juegos de azar, las intrigas amorosas, la galantería española, el baile y la música. Rara vez encontraremos en él la buena fe y el sentimiento de gratitud por los beneficios recibidos que distinguen ventajosamente a los españoles del viejo mundo, pero es hombre sobrio, más por instinto que por economía. Exento de celos es en extremo hospitalario y en sus placeres no se advierte los vicios deshonrosos que manchan a su vecino, el criollo del Brasil. Es valiente sin fanfarronería y profundamente religioso. En sus maneras hay mucho de la dignidad española pero con menos austeridad. A pesar de su ignorancia, es inteligente y susceptible. En la Universidad de Córdoba, tanto los profesores como los estudiantes, se han consagrado llenos de curiosidad a casi todas las ramas científicas que les estaba prohibido cultivar antes de la Revolución. Pero faltos de buenos maestros y de libros, y teniendo que luchar de continuo contra la ortodoxia de los jefes de la iglesia, no pueden realizar grandes progresos. Yo obsequié a uno de los profesores que me pareció ávido de conocimientos, un ejemplar de la “Historia filosófica de las Indias” y lo recibió muy agradecido, pero dos días después me lo devolvió, diciéndome que no podía tener en su poder un libro que no se salvaría de la quema si era descubierto por los superiores del colegio”.

 

No se olvida de los indios: “La mayor parte de los indios convertidos de esta parte del país, se han refugiado durante las últimas gueras civiles más allá de los ríos de Santiago y del Salado, en las fértiles llanuras del Chaco. Los que quedan se muestran descuidados en extremo… Deben exceptuarse, sin embargo aquellos indios que fueron reducidos y bautizados por los jesuitas entre los ríos Paraná y Uruguay y sus cercanías, entre los 24 y 29 latitud meridional, y desde los 54 y los 57 de longitud occidental (de Londres)… Pero estos indios, a quienes se había

 

 Dejado su culto, su libertad y usos particulares (porque no pudieron ser estirpados) han permanecido bravos, generosos, sanos y robustos. Más de una vez estos salvajes, los que se les llama infieles se han ofrecido hasta en número de 20.000 para combatir contra los españoles a la cabeza de los americanos y su ofrecimiento ha sido rechazado a pretexto de dque la religión prohíbe incluir a los paganos bajo el sagrado estandarte de los católicos”.

 

Graaner y su visión de los próceres

 

A pesar del poco tiempo que Graaner estuvo en estas tierras, reflejó con sagacidad algunos rasgos de nuestros próceres, por ejemplo:

 

Manuel Belgrano:

 

“El general Belgrano –escribe en su informe– hijo de italianos, doctor en leyes, ex secretario de la tesorería de Buenos Aires, hombre de talento y energía, muy adicto al nuevo sistema americano, fue designado comandante en Jefe del ejército y se desempeño bien en esa tarea. Mantuvo una disciplina hasta entonces desconocida, ganó la batalla de Tucumán contra el general español Tristán, a quien obligó a retirarse hasta Salta, donde mediante marchas aceleradas lo sorprendió, lo encerró y por fin lo obligo a capitular. Después de esto entró nuevamente en el Perú. Allí mediante una buena disciplina, trató de reconciliar a los habitantes con sus tropas. En lo cual tuvo éxito y toda la audiencia de Charcas estaba en vísperas de unirse a su ejército cuando por falta atribuible a la inexperiencia, perdió la batalla de Vilcapugio y con ella todas las ventajas y todo el crédito adquirido hasta entonces en el Perú. Varios jefes desertaron y después de reconocer Belgrano ingenuamente, en su parte al gobierno, que la batalla se había perdido por sus disposiciones erróneas, fue separado del mando en que se confirmó a bajo la l general San Martín, hijo de francés, soldado de probada valentía, de franqueza verdaderamente militar, ciudadano virtuoso, severo en sus costumbres y en el oráculo de sus subalternos”.

 

“Poco después de producida la derrota de Belgrano… el general fue enviado a Londres en calidad de comisionado del gobierno de Buenos Aires. Una vez allí y después de cantidad de gestiones inútiles, llenáronle la cabeza con el proyecto de restaurar en América el antiguo trono de los incas (probablemente bajo la protección de los ingleses). Llegó Belgrano al congreso con esta idea, que le preocupaba por entero, precisamente en momentos en que el congreso se ocupaba de la forma de gobierno que podía darse a las provincias, y cuando estaban muy convencidos de las ventajas de una monarquía constitucional o moderada. Algunos de sus miembros se sentían muy inclinados a invitar a un príncipe joven de las dinastías que han dejado de reinar en Europa, siempre que el príncipe fuera protegido y secundado por alguna potencia de primer orden”.

 

“El general Belgrano exageraba un poco estas deliberaciones secretas y logró persuadir a la mayor parte de la Asamblea el restablecimiento del imperio de los incas, proyecto que a primera vista parece noble, examinado en sus detalles, y pensando en los intereses diversos de los habitantes, ofrece infinitos obstáculos y dificultades de que podrían resultar para el país muchas desgracias, guerras civiles y venganzas terribles que debilitarían sus fuerzas, facilitando con ello a los españoles la entrada en el corazón del país, por la desunión y los celos entre indios y criollos”.

 

José de San Martín:

 

 Tuvo la oportunidad de tratarlo y dejó una semblanza del militar:

 

“San Martín sirvió por algún tiempo en la última guerra en España y en Flandes a las órdenes del Marques de la Romana, como capitán de la Guardia Española. Por desgracia, una enfermedad que tuvo por causa de una caída del caballo, le impidió continuar por entonces en el mando, y este fue confiado, por desgracia todavía mayor, al general Rondeau, recién llegado del sitio de Montevideo”.

 

“San Martín es un hombre de estatura mediana, no muy fuerte, especialmente la parte inferior de su cuerpo, es más bien débil que robusta. El color del cutis algo moreno con facciones acentuadas y bien formadas. El óvalo de la cara alargado, los ojos grandes de color castaño, fuertes y penetrantes como nunca he visto. Su peinado, como su manera de ser, en general, se caracterizan por su sencillez y es de apariencia muy militar. Habla mucho y ligero, sin dificultad o aspereza, pero se nota cierta falta de cultura y conocimientos de fondo. Tiene un don innato para realizar planes y combinaciones complicados. Es bastante circunspecto, tal vez desconfiado, prueba de que conoce bien a sus compatriotas. Con los soldados, sabe observar una conducta franca, sencilla y de camaradería. Con personas de educación superior a la que él posee, observa una actitud reservada y evita comprometerse. Es impaciente y rápido en sus resoluciones” … “Algo difícil de fiarse en sus promesas, las que muchas veces hace sin intención de cumplir. No aprecia las delicias de una buena mesa y otras comodidades de la vida, pero por otro lado, le gusta una copa de buen vino. Trabaja mucho, pero en detalles, sin sistema uy orden, cosas que son absolutamente necesarias en esta situación recientemente creada. Hay motivos para reprocharle no haber actuado con energía y aprovechado las victorias que sus tropas han ganado en Chacabuco y Maipú. Es difícil juzgar si esto tiene su origen en falta de energía o en intrigas políticas, demasiado complicadas para exponer aquí”. … “Sus costumbres y sus hábitos de vida sencillos, lo han hecho sumamente popular”.

 

José Rondeau:

 

Graaner relata con detalle el sufrimiento al que estaba sometido el soldado criollo, sus uniformes en malas condiciones, pero sí emite una crítica a la corrupción que dominaba en cierta oficialidad como por ejemplo el general Rondeau.

 

“Al general Rondeau le hice una visita en su campamento cerca de Jujuy, a 432 leguas de Buenos Aires, en vísperas del día en que esperaba ser atacado. Me recibió en su tienda de campaña donde estaba instalado de una manera verdaderamente oriental, con todas las comodidades de un serrallo (harén…). Entre multitud de mujeres de todo color, me obsequió con dulces diciendo que en un país tan devastado y en víspera de un día de batalla, debía excusarlo si no podía ofrecerme los placeres que pueden encontrarse en un cuartel general en Europa. Chocado yo por la ostentación con que trataba de exhibir su lujo amanerado, le respondí que por el contario me sentía muy sorprendido ante todo lo que tenía delante de mí, y que recordaba haber visto al libertador de Alemania, general en jefe de ciento veinte mil soldados, la noche precedente a unos de sus días de triunfo, acampado sobre el suelo húmedo, al abrigo de un molino de viento y mientras caía una lluvia continua, en la mala estación de un clima muy diferente al del trópico austral.

 

Cuando Belgrano reemplazó a Rondeau en el comando de tropas, se encontró con que cada oficial mantenía una o varias mujeres en el campamento y que el equipaje de un subalterno ocupaba a menudo de 30 a 36 mulas. Actualmente todo ha cambiado: cantidad de oficiales han sido dados de baja, las mujeres y las mulas de equipaje han desaparecido de la escena; las comedias, los bailes, y los juegos de azar han sido desterrados. Todos esos abusos se habían dejado sentir bajo el comando del general Rondeau, pero en las tropas del severo general San Martín no han sido nunca toleradas”.

 

Antonio González Balcarce:

 

“Al salir de la casa de O´Higgins me fui a hacer una visita al general Balcarce, jefe interino que tuve ocasión de conocer hace dos años en Buenos Aires siendo Director interino. Este general, a pesar de su juventud, es un jefe lerdo, (borne) y sin energía, cuyo mérito principal consiste en haber ganado la primera batalla sobre los españoles en la primera campaña de 1810, en Tarija (Suipacha). Y basta de comentarios sobre este genera que fuma y dormita…”

 

Su mirada sobre los agentes británicos

 

“Los agentes del ministerio inglés en América, han cambiado de conducta y de lenguaje según las circunstancias. En 1810, cuando temían que la América Española reconociera a la dinastía francesa, mostraron empeño en animar a las nuevas juntas establecidas en la mayoría de las ciudades principales: por eso ahora, cuando se considera que a despecho de todas las protestas del Consejo de Regencia de Cádiz, comenzaron en ese año las revoluciones de Cartagena, de Caracas, de Santa Fe de Bogotá, de Portobelo, de Quito, de Buenos Aires, de Santiago de Chile, etc., uno no puede menos que conjeturar que todas esas convulsiones fueron provocadas por la misma potencia extranjera que, en secreto, ofrecía socorros, porque no hay que imaginar que haya existido nunca suficiente armonía o inteligencia entre esas provincias, tan aisladas unas de otras, como para concebir y organizar de consumo el plan de una revolución general.

 

Por el contrario, se advierte por hechos dignos de fe, que en cada país se ignoraba los movimientos del otro, y sin embargo pudo observarse una semejanza sorprendente en la formación de esos diversos gobiernos, casi todos al mismo tiempo; cuando quizás hubiera habido razón para esperar que eso diversos estados (tan activos por sí mismos) se hubieran dado constituciones análogas al espíritu y al carácter general de cada región, que varía, sin duda, infinitamente desde el golfo de México hasta la frontera de la Patagonia. Esta suposición resulta todavía más verosímil si estamos en lo que dicen algunos documentos oficiales sobre la cuestión.

 

El gobernador inglés de Curazao, al felicitar a la nueva junta de Carapas por el cambio feliz de su gobierno (en una carta del 14-5-1810) ofrece socorros y armas, sin exigir pago alguno, exige prerrogativas para el comercio inglés y asegura que ha despachado ya, a propósito de ese asunto, un correo a la corte de Londres. Lord Strangford, ministro plenipotenciario en la corte de Brasil, más fino y reservado, en carta del 6 de junio del mismo año, aprueba francamente las sabías medidas de la Junta de Buenos Aires para conservar la integridad de las Provincias del Río de la Plata y declara que lamenta infinito ignorar la opinión de su corte sobre ese punto; exhorta al mismo tiempo a la junta a deshacerse de los sospechosos de favorecer el sistema francés y promete hacer lo posible para servir a la causa de los americanos ante su gobierno, siempre que aquellos permanezcan fieles a su soberano…

 

En una nota del 30 de septiembre, el gobierno de Chile, con la sencillez característica de su país, interrogó a la Junta de Buenos Aires sobre las verdaderas intenciones de los ingleses y sobre el género de socorros que habían prometido los ingleses, porque deseaban conseguirlos para el puerto de Valparaíso, a la posible brevedad. Pero yo no terminaría de enumerar todas las pruebas que se tienen del vivo interés con que los ingleses estimularon los primeros movimientos del cambio político ocurrido en las colonias españolas.

 

A partir de 1813, parece que Inglaterra, estrechamente aliada con España (cuyo comercio le resulta muy ventajoso) ha abandonado completamente la dirección de los negocios políticos del Nuevo Mundo, el rechazo de sus productos al que ahoga por el rechazo de sus productos, reteniéndole fraudulentamente el oro y la plata. En Buenos Aires residen ahora un cónsul y treinta y cuatro comerciantes ingleses (espías…?); y siempre una fragata y una corbeta, ancladas en la rada para proteger al comercio inglés y a sus agentes…”.

 

Respecto a la declaración de la independencia, estuvo presente en la sesión del 9 de julio de 1816. “Esta declaración fue recibida con el mayor entusiasmo, y solamente después de tal acontecimiento ha podido advertirse actividad en las ramas de la administración de los negocios públicos”. Tenía “la esperanza de ver algún día estas provincias organizadas en cuerpo de nación”.

 

 

Oficio de Pueyrredón sobre el oficial sueco Graaner (AGN)

 


Gracias a Graaner, poseemos una colorida crónica de la aclamación que el pueblo tributó, a la declaración del 9, el 25 de julio, en el Campo de las Carreras. “Ese fue, narra, el día fijado para la celebración de la independencia en la provincia de Tucumán. Un pueblo innumerable concurrió en estos días a las inmensas llanuras de San Miguel. Más de 5.000 milicianos de la provincia se presentaron a caballo, armados de lanzas, sables y algunos fusiles; todos con las armas originales del país, lazos y boleadoras”.

Lo impresionaron “las lágrimas de alegría, los transportes de entusiasmo que se advertían por todas partes”. Dieron a esta ceremonia “un carácter de solemnidad que se intensificó por la feliz idea que tuvieron de reunir al pueblo sobre mismo campo de batalla donde, cuatro años antes, las tropas del general español Tristán, fueron derrotadas por los patriotas”. Y “allí juraron ahora, sobre la tumba misma de sus compañeros de armas, defender con su sangre, con su fortuna y con todo lo que fuera para ellos más precioso, la independencia de la patria”.

Agregaba que “todo se desarrolló con un orden y una disciplina que no me esperaba. Después que el gobernador de la Provincia (Bernabé Aráoz) dio por terminada la ceremonia, el general Belgrano tomó la palabra y arengó al pueblo con mucha vehemencia, prometiéndole el establecimiento de un gran imperio en la América meridional, gobernado por los descendientes, que todavía existen en el Cuzco, de la familia imperial de los Incas”.

 

El informe presentado por Graaner está lleno de datos geográficos, conceptos sobre las personalidades y próceres de nuestra historia, una descripción sociológica de sus habitantes y apreciaciones sobre los agentes británicos, la política portuguesa y no podemos ignorar que su autor sólo fue un turista curioso. Un simple viajero no hubiera puesto tanto cuidado, como lo tuvo Graaner, por acercarse a personas y lugares importantes. Es evidente que el sueco tenía una misión, -informar a Bernadotte, y al zar Alejandro I- de su viaje al Río de la Plata, y la cumplió en todo sentido…

 

 

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¿Quién fue Jean Adam Graaner? El agente sueco que participó durante el Congreso de Tucumán en 1816

  ¿Quién fue Jean Adam Graaner? El agente sueco que participó durante el Congreso de Tucumán en 1816   Por el Sr. Ernesto Martinchuk Académi...