lunes, 17 de marzo de 2025

Alocución del Sr. Prof. D. Rubén Alberto Gavaldá y Castro en ocasión de la concesión de la Orden Militar del Norte al descendiente del Libertador General Simón Bolivar


Nos encontramos reunidos para agasajar a don Michel Capelo Portillo, descendiente de la Familia Bolívar – Palacios; sobrino nieto de Simón Bolívar en séptima generación y representante de tan notable Familia en el mundo.

Como Presidente de la Academia Belgraniana, en nombre y representación de las instituciones argentinas que trabajan para preservar el legado de los próceres nacionales, le damos una calurosa bienvenida a la tierra de Manuel Belgrano, el Primer Prócer Porteño, Hijo Prominente de Buenos Aires y Libertador de Pueblos.

Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano nació en esta Ciudad de Buenos Aires cuando era parte del Imperio Español, el 3 de junio de 1770. Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Ponte y Palacios Blanco, por su parte, nació en Caracas el 24 de julio de 1783. El General Belgrano era 13 años mayor que el General Bolivar, no poca diferencia de edad si tenemos en cuenta la expectativa de vida de aquel entonces.  Manuel Belgrano fallece a los 50 años, Simón Bolivar a los 47; por su entrega a la causa que abrazaban, ambos pospusieron su salud y sufrieron delicados estados terminales: Manuel Belgrano fallece por múltiples factores, entre ellos paludismo, hematosis, hepatomegalia, hipertrofia de corazón; Simón Bolivar de un catarro pulmonar, que habiendo sido descuidado pasó al estado crónico y consecutivamente degeneró en tisis tuberculosa.

Ambos criollos, con educación superior cursada en la Metrópoli española, hijos de familias notables y prósperas de la España americana, militares y políticos.

Los dos se referenciarían en París, donde conocen los placeres de la vida social, mundana, y los estímulos de orden intelectual; ambos fueron cautivados por el no menos espectáculo fascinante de una Europa en plena ebullición política; conociendo la ilustración en persona trajeron a América aires de libertad y progreso.

Frecuentaron teatros, tertulias y salones, fueron dandis, dándose a conocer a bellas damas, coincidiendo también en una prolongación de vida irregular a través de hijos naturales. Hombres que como cualquier otro mortal, con sus luces y sus sombras, lograron ser lumen de patriotismo y ejemplo de entrega para las generaciones que les siguieron.

Estos próceres de la independencia de América Latina, entre los que se alistan también José de San Martín, José Gervasio Artigas y Mariano Moreno entre otros, compartieron el interés por la unión americana. Y sobre este rasgo en común quiero detenerme unos instantes:

Manuel Belgrano tiene un pensamiento americano que no tan solo lo expresa y lo hace en lo concreto de su  proceder, sino que también lo escribe, así podamos leerlo en el artículo que conocemos como “Causa de la destrucción ó de la conservación y engrandecimiento de las naciones” publicado en el Correo de Comercio del sábado 19 de mayo de 1819, cuando dice:

«La unión ha sostenido a las naciones contra ataques más bien meditados del poder, y las ha elevado al grado de mayor engrandecimiento (...) ella es la única capaz de sacar a las naciones del estado de opresión en que las ponen sus enemigos, de volverlas a su esplendor (...) La unión es la muralla política contra la cual se dirigen los tiros de los enemigos exteriores e interiores.»

Su  prédica alcanzó horizontes impensados y ecos prolongados que llegaron hasta nuestros días, y si bien no se conocieron personalmente ambos Generales, luego del fallecimiento de Manuel Belgrano en 1820, Simón Bolivar en 1826 convoca a un congreso americano, hecho que constituyó el primer intento concreto de alcanzar la unión de las repúblicas americanas. Otras tres iniciativas intentaron cumplir con los designios proclamados por el líder caraqueño: el Primer Congreso Americano de Lima (1847), el Congreso Continental de Santiago de Chile (1856) y el Segundo Congreso Americano de Lima (1864); recién hacia 1889 tendrían éxito los propósitos de unión al sumarse los Estados Unidos de Norteamérica.

Simón Bolivar en sus aspiraciones decía:

“Yo deseo más que otro alguno ver formar en América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riquezas que por su libertad y gloria. Es una idea grandiosa pretender formar de todo el mundo nuevo una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tiene un origen, una lengua, unas costumbres y una religión, debería por consiguiente tener un solo gobierno que confederase los diferentes Estados que hayan de formarse…”

Retornando al presente y queriendo dar expresión concreta de amistad y fraternidad para con el ilustre visitante y en él para con toda su insigne familia, concederemos la Orden Militar del Norte al distinguido Señor don Michel Capelo Portillo. Esta condecoración recuerda que el Creador de la Bandera Nacional Argentina, como general del Ejército del Norte, dirigió el éxodo jujeño, comandó las victorias de los revolucionarios en la batalla de Tucumán y en la de Salta y tuvo a su cargo la segunda campaña auxiliadora al Alto Perú; obra prolongada en el accionar del General don José de San Martín a partir de 1814,

Gloria a los Libertadores de América: honor a Simón Bolivar y a José de San Martín! el amigo y continuador del mando del ejército de Manuel Belgrano.  

Rememorando aquella reunieron en Guayaquil en 1822 para definir el rumbo de la independencia de América del Sur, en ocasión del brindis en el banquete en honor del General Rioplatense, según palabras del coronel Rufino Guido, Simón  Bolivar dijo: "Por los dos hombres más grandes de la América del Sur, el general San Martín y yo"; San Martín por su parte expresó “Por la pronta conclusión de la guerra, por la organización las diferentes repúblicas del continente y por la salud del Libertador de Colombia”.

Que así sea, porque así es! Muchas gracias.

Prof. Rubén Alberto Gavaldá y Castro

Presidente de la Academia Belgraniana de la República Argentina

Círculo Militar de la Buenos Aires, 16 de marzo de 2025

viernes, 28 de febrero de 2025

Alocución del Señor Académico Presidente pronunciada el 27 de febrero de 2025


213 ANIVERSARIO DEL PRIMER IZAMIENTO DE LA BANDERA NACIONAL

27 de febrero de 2025 – Sede la Academia Belgraniana de la República Argentina

 

 

Al poco tiempo de conocer al Prof. Jorge Gulló y Paternó, Primer Presidente de esta patriótica institución, me preguntó: ¿ésta Bandera Nacional fue creada por Manuel Belgrano, señalando un Pabellón?, sin vacilar dije ¡sí!, con total y plena seguridad, pero no, la respuesta del Fundador de la Academia que honra la memoria y gesta del Hijo Prominente de Buenos aires y Primer Prócer Porteño, fue ¡NO!, le pregunté: profesor Gulló Por qué? Su respuesta fue: “la Bandera creada por el General no tenía sol; Belgrano no le puso sol a la bandera de la Villa del Rosario”.

 

Aquella lección aprendida en plena juventud, marcó mi interés por profundizar caminos históricos no convencionales, distantes de los renglones escritos y reescritos por muchos historiadores. Abrió en mí el interés por conocer, analizar y profundizar las crónicas, penetrando en los difíciles secretos de la Historia Nacional.

 

Como ocurre con la Escarapela, ningún documento histórico menciona el diseño de la Bandera del 27 de febrero de 1812. Algunos la suponen celeste-blanca-celeste, y otros apoyan la tesis de solo dos franjas, ya sean verticales al asta u horizontales al vuelo, blanca y celeste o a la inversa. La versión mayormente sostenida, es la que sostiene que era horizontal blanca y celeste, lo deducen así estudiosos, como si se tratara de una extensión de una supuesta escarapela circular blanca con centro celeste, apoyándose hasta en la hipótesis de la similitud que guardaría la bandera de Belgrano con la bandera de San Martín llamada “de Los Andes”, hoy símbolo patrio histórico no formal y Bandera oficial de la Provincia de Mendoza.

 

“Siendo preciso enarbolar bandera y no teniéndola, mándela hacer blanca y celeste, conforme a los colores de la Escarapela Nacional. Espero que sea de la aprobación de V.E.” textuales palabras expresadas por el Prócer remitidas al Triunviro. Reflexionemos: ¿Por qué era preciso?, ¿Qué entendía Belgrano por preciso?, sigamos: “la mande hacer blanca y celeste” ¿Cuándo? ¿Dónde? Seguramente la trajo ya hecha porque no era posible entender que la hizo allí in situ e inmediatamente la enarboló.

 

Anoticiado el Triunvirato le contesta el 3 de marzo, en forma extensa y admonitoria, advirtiéndole que actitudes como la suya, pueden tener influencia desastrosa en la gestión de gobierno, para terminar exhortándolo a que haga pasar el episodio como un rasgo de entusiasmo, ocultando la bandera y subrogándola a la que se le envía. Esta, la que se le envió debió ser, una rojo y gualda como la de la fortaleza, según las ordenanzas reales del 28/5/1785 y del 8/3/1793, que corroboran el testimonio de grabados británicos mostrando el fuerte en la invasión de 1806.

 

Muy razonablemente, el Triunvirato entendía que no era lo mismo una escarapela como distintivo de la tropa, que una bandera, de resonancia internacional y fuerte implicancia de autonomía e independencia en momentos de delicadas negociaciones políticas.

 

Nunca leyó Belgrano esa carta, pues ascendido a general había partido para hacerse cargo de los Ejércitos del Norte, en reemplazo de Pueyrredón. Por ello, tres meses después celebra en Jujuy el 25 de mayo, formando a la tropa, frente a la blanca y celeste, previamente bendecida por el doctor Ignacio Gorriti.

 

Como respuesta llega otra severa reprimenda del gobierno que no concebía la repetición del hecho, y encomienda al propio Belgrano, la reparación inmediata de tamaña falta. Belgrano disciplinado, termina diciendo que la ha recogido y que se deshará de ella para que no haya ni memoria de la misma.

 

Sin embargo, después de los combates de Las Piedras, Tucumán y Salta, en 1813 conmemora el aniversario de la gesta de mayo, paseando a la tropa ante su adorada bandera, aunque el domingo 25 entrega al Cabildo de Jujuy otra muy distinta, la que todos conocemos blanca con el escudo de la Asamblea Constituyente en su centro, con un agregado la mascapaicha, símbolo del poder inca; hoy esa bandera es llamada de la Libertad Civil y fue elevada a Símbolo Patrio Histórico en 2015.

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La bandera sigue su periplo al norte, regresando de Vilcapugio y desapareciendo en Ayohuma, con un posterior hallazgo en la capilla de Macha, donde dos banderas vuelven a la luz: una celeste – blanca – celeste y otra blanca – celeste – blanca.

 

La Asamblea del año XIII es, sin duda y por su parte, el gran foro donde se trazan nuestras bases jurídicas y se concibe institucionalmente a la Nación. Siendo así, cuesta entender que habiendo dispuesto escudo, banda, himno y moneda, no haya legislado sobre la bandera patria.

 

Mientras tanto en el Puerto y Fortaleza de Buenos Aires seguía tremolando la Bandera del Rey de España.

Instalado el Congreso en San Miguel de Tucumán, el 9 de julio declara la independencia de las Provincias Unidas en Sudamérica, acta que se difunde en español, quechua y aimara.

El 20 de julio, una comisión integrada por los diputados Esteban Luis Gascón, Juan José Paso y José María Serrano, propone que se decrete una bandera menor para la nueva nación, la idea es aprobada oficialmente en la sesión del 25 de julio, como sigue:

"Elevadas las Provincias Unidas en Sudamérica al rango de una Nación, después de la declaración solemne de su independencia, será su peculiar distintivo la celeste y blanca que se ha usado hasta el presente y se usará en lo sucesivo, exclusivamente en los ejércitos, buques y fortalezas, en clase de bandera menor, ínterin decretada la forma de gobierno más conveniente se fijen conforme a ella los jeroglíficos de la bandera mayor”. Comuníquese a quienes corresponda para su publicación. (Firmado): Francisco Narciso de Laprida, diputado presidente. Juan José Paso, diputado secretario." Sesión del 25 de julio de 1816. (El Redactor, Nº 10, del 3 de octubre de 1816).

La Bandera Nacional ya tiene tres franjas: celeste la de sus extremos y blanca la del medio  se menciona que es así tal cual la costumbre hasta el momento. Hay 4 años de gris en que no sabemos bien, con precisión histórica, qué sucedió con la Bandera de 1812 y cómo y por qué llegó a modificarse y adoptar la distribución de franjas tal cual la conocemos al día de hoy.

El llamado Congreso sesionó en Tucumán desde el 24 de marzo de 1816 hasta el 4 de febrero de 1817. Ante el avance realista por el norte, el 23 de septiembre de 1816, se dispuso su traslado a Buenos Aires.

Ya en la ciudad porteña "El señor diputado Chorroarín … expuso que era de parecer que sirviendo para toda bandera nacional los dos colores blanco y azul en el modo y forma hasta ahora acostumbrada fuese distintivo peculiar de la bandera de guerra un Sol pintado en medio de ella, cuyo proyecto, adoptado por la sala después de algunas reflexiones, quedó aprobado." Sesión del 25 de febrero de 1818. (El Redactor, Nº 10, del 3 de octubre de 1816).

El diputado Chorroarín era un sacerdote católico más precisamente un canónigo. De este modo, nacen las dos banderas que utilizaríamos por 167 años hasta 1985, cuando el presidente Alfonsín uniforma el Pabellón con sol, ya sea para el uso civil o militar.

Volviendo a la redacción de 1818, podemos tildarla de desafortunada ya que utiliza por primera vez la palabra "azul" cuando describe sus colores, ello motivó que muchos entendieran que el color se había modificado, quizás por el carácter no heráldico del celeste. Los federales con Rosas a su cabeza las reprodujeron de azul; los unitarios de celeste.

En otro orden de cosas, define incorrectamente a la bandera mayor llamándola "de guerra", cuando internacionalmente bandera de guerra es una distinta de la habitual. Algunos países con sistema de gobierno monárquico levantan exclusivamente cuando están librando una guerra, una bandera distinta a la de paz, como por ejemplo pensemos en el Imperio de Japón en la II Guerra Mundial. Dos Banderas simultáneas son incorrectas e impensados para una república.

A la luz de lo que someramente hemos expuesto podemos entender que la Bandera tiene el sol patrio desde 1818. El General don Manuel Belgrano seguramente se anotició del símbolo agregado a su emblema y nada dijo en contrario. En 1820 fallecía en Buenos Aires casi al olvido de todos.

Hoy, además de celebrar los 213 años de la gloriosa jornada del enarbolamiento de Bandera del general Belgrano en las barrancas del Paraná, iniciamos oficialmente el año conmemorativo del 60 aniversario de la creación de la Academia Belgraniana de la República Argentina.

Rectora de los Estudios Superiores Belgranianos. Fundada en 1965 por el profesor Jorge Gulló y Paternó, nadie pudo corregirla, ni rectificarla. Entre sus fundadores podemos mencionar a Enrique de Gandía el primero, el gran maestro de la historia y entre otros destacados hombres como lo fueron Mons. Manuel Augusto Cárdenas, el P. Guillermo Furlong y el Dr. Guillermo Garbarini Islas.

La mujer siempre ocupó en el alma de Belgrano un lugar de preferencia, por ello en su rica historia la Academia Belgraniana recibió en su ceno a la Comisión de Damas Belgranianas y fundó la Distinguida Orden del General Manuel Belgrano para premiar valores.

Nosotros, sus continuadores, no estuvimos al lado de aquellos preclaros belgranianos, pero recibimos su legado, recogiendo el camino de argentinidad que nos propusieron. No competimos con nadie y no callaremos ante nadie; no tenemos tiempo para perder en mezquindades, ni lugar en nuestro corazón para enemigos ocasionales. Bregamos por la unidad de las instituciones belgranianas.

“Si en verdad somos porque los demás nos ven y nos piensan, cuidemos que Belgrano deje de ser, porque no lo pensamos”.

Nuestro propósito es altruista y solo tiene por horizonte preservar el legado belgraniano y transmitir y presentar a las generaciones actuales y futuras la obra del Padre de la Patria, pulida de parcialidades oportunistas y brillante en si misma por ser el pensamiento, el razonamiento, la voluntad, el ánimo, la determinación, el empeño, la fatiga y la faena de aquel que dejó todo de sí y solo quiso una Patria unida y soberana.

Hago mías las palabras que nos dejara el profesor Jorge Gulló en su legado espiritual: Académicos, Consejeros, Damas Belgranianas “Profundicen la verdad y declaren a Belgrano que es verdadero fundador de la libertad argentina”.

 

Prof. Rubén Alberto Gavaldá y Castro

Presidente de la Academia Belgraniana

jueves, 19 de diciembre de 2024

LA ESCUELA NACIONAL DE NAUTICA: otro Legado de Manuel Belgrano

 


LA ESCUELA NACIONAL DE NAUTICA: 

otro Legado de Manuel Belgrano


Por el Lic. Ricardo Garín
Consejero Académico
 
Palacio Barolo de la Ciudad de Buenos Aires
18 de diciembre de 2024


LA RAZÓN DE SU FUNDACIÓN

El pasado 25 de noviembre se conmemoró el Día de Marina Mercante. Esta fecha fue elegida para tal fin, en honor al día de inicio del “primer ciclo lectivo”de la Escuela Nacional de Náutica, Fundada por Manuel Belgrano en 1799.

Agradezco a la Academia Belgraniana, por la oportunidad que nos brinda para poder exponer aspectos relevantes en la obra de nuestro prócer, desde la historia y las vivencias como egresado de la prestigiosa institución.

Comenzaré la exposición, retrotrayéndome a mis años de cadete; justamente, a la tradición en que cada año, el 25 de noviembre, rendíamos nuestro homenaje al eminente fundador de nuestra escuela, única institución en Argentina que forma a profesionales de la Marina Mercante, como Pilotos de Ultramar y Maquinistas Navales:

Ese día nos convocaban en la Basílica Nuestra Señora del Rosario con el uniforme de gala y formación marcial, de cara al imponente mausoleo donde descansan los restos de Manuel; también, se encuentran los restos de sus padres y de otros personajes relevantes como Antonio González Balcarce, Hilarión de la Quintana, José Matías Zapiola y Martin de Alzaga. Es el mismo predio donde se emplaza el convento de Santo Domingo, sito en la Av. Belgrano, a metros de la casa natal de Manuel. Allí, en esa gran explanada, nos reuníamos los casi 500 cadetes, con la impresionante escultura en el centro que incluye la humilde loza que alguna vez cubrió la tumba primigenia del General. Con este acto dábamos cumplimiento a la tradición que instauró el mismo Manuel desde los inicios de nuestra Institución. También le rendíamos honores entonando nuestra marcha, Caballeros del Mar:


"Vieja escuela argentina que formas

Caballeros del mar: El Honor

Es tu lema y el nimbo de gloria

Que Belgrano el augusto soñó.


Cadetes: ¡Adelante!

Como bravos a luchar

Por una patria fuerte como el Ande,

Por una patria libre como el mar".


El Convento de Santo Domingo, junto con la basílica, no solo albergan los restos de nuestro benefactor por voluntad de él mismo, también fue escenario de gloriosas jornadas que tuvieron lugar durante la reconquista. Esas jornadas, como veremos, también están relacionadas con la ENN.

Durante la primera invasión inglesa, el Capitán Santiago de Liniers visitó el camarín de la Virgen y le rogó su protección. A cambio prometió solemnemente que donaría las banderas que lograra arrebatar al invasor. Los ingleses al mando de Beresford fueron vencidos el 12 de agosto de 1806 y Liniers cumplió la promesa. Desde ese momento, las banderas capturadas al primer y segundo batallón del regimiento 71 de S M y de la Guarnición de Infantería de Mar, se exhiben en el interior del camarín de la Virgen junto con las banderas donadas posteriormente por Manuel capturadas a los realistas durante la campaña del Norte. Pero como un capricho del destino, un año después los ingleses intentaron apoderarse de Buenos Aires por segunda vez y se habían atrincherado en el Convento. Desde la única torre resistían a los embates de los defensores. Muchas balas de cañón disparadas por los patriotas dieron en la torre. Hoy en día pueden verse las huellas de los proyectiles que se incrustaron en la mampostería, los mismos fueron oportunamente extraídos y sus huecos rellenados con madera. Los defensores de la ciudad que participaron del combate de Santo Domingo eran los del Tercio de Cántabros Montañeses, comandados por el Capitán Pedro Andrés García. Luego de la primera invasión inglesa, en previsión de futuras incursiones, Santiago de Liniers había instado a reforzar los batallones o cuerpos milicianos agrupados según su origen. Allí resurgió el mencionado tercio de cántabros, pero también otros batallones como el Tercio de Gallegos.

El Tercio de Gallegos o Tercio de Voluntarios de Galicia fue reclutado por el Ingeniero Pedro Antonio Cerviño, que no es otro que el primer Director de la Escuela de Náutica. El Ingeniero Cerviño, oriundo de Pontevedra, completó las plazas del Tercio con estudiantes de la Escuela de Náutica, muchos de origen gallego. Nuestros colegas cadetes, entonces, combatieron con bravura en el Retiro, sin municiones, abriendo una brecha en las líneas inglesas a punta de bayonetas. Otras fuentes aseguran de que también participaron en la mencionada batalla del Convento de Santo Domingo hasta que se logró la capitulación de los ingleses.


PEDRO CERVIÑO

Natural de Campo Lameiro, Pontevedra, Galicia, nacido en 1757, fue un ingeniero militar, topógrafo, cartógrafo, editor y docente de destacada actuación en el Virreinato del Rio de la Plata. Participó activamente en las invasiones inglesas y en los sucesos de mayo. Llegó a Buenos Aires en 1774.

Ingresó como laico a la tercera orden franciscana, se incorporó como cadete al Tercio de Gallegos que ya existía en el Rio de la Plata. Pero regresó a España para continuar sus estudios militares superiores. Fue educado en la Real Academia Militar de Matemáticas y Fortificación de Barcelona, regresando a Buenos Aires como miembro de la Comisión de Límites con el Brasil.

Como vemos, se trata de un personaje polifacético. Efectuó expediciones científicas en el Chaco en busca de meteoritos metálicos. Por encargo del célebre cartógrafo y naturalista Félix de Azara, recorrió los ríos Paraná y Uruguay para evaluar su navegabilidad. Cuando Azara se marchó de la región, confió a Cerviño sus valiosos manuscritos y cartas geográficas. Hizo otros trabajos por encargo del Virrey Avilés, como un plano topográfico de Buenos Aires, del curso del arroyo Maldonado y del futuro pueblo de Ensenada.

Planificó una campaña de desarrollo de la Patagonia con la participación de los nativos. En 1798 se comenzó a relacionar con el Consulado de Comercio de Buenos Aires dirigido por Manuel. Le encargó la realización de una elevación de la Ensenada de Barragán y una carta náutica del Rio de La Plata que fue remitida a España. Tiene entre sus logros haber colaborado con el primer periódico publicado en Buenos Aires: El Telégrafo Mercantil. Pero no quedó ahí la cosa, cuando El Telégrafo fue cerrado, logró editar el Semanario de Agricultura junto a Hipólito Vieytes. Nuestra relación directa con el Ingeniero Cerviño comienza en 1799 con la fundación de la Escuela de Náutica. El cargo de Director fue adjudicado por concurso de oposición y antecedentes. Dictó cursos de geometría elemental y práctica, trigonometría, hidrografía y dibujo.

Pero su principal virtud fue haberse erigido como el primer y ferviente impulsor de la Marina Mercante en esta región.


LA FUNDACIÓN

“Una nación que deja hacer por otra una navegación que puede hacer por sí misma, compromete su futuro y el bienestar de su pueblo”. Este fue el criterio rector de Manuel para fundar la Escuela Nacional de Náutica. De su propio puño y letra creo el reglamento de funcionamiento de la escuela. Estaba convencido que la Marina Mercante era una herramienta irreemplazable pera

el progreso. Así se podía verificar con las grandes potencias navales como Inglaterra. El reglamento era revolucionario para la época, producto de su formación y de los ideales con los que se granjeó en su etapa de estudiante en España. Así fue que seleccionó al Primer Maestro, Pedro Cerviño, y como Segundo Maestro al Piloto de Ultramar Juan Alsina. Una de las premisas del reglamento original, ordena que una vez al año los Maestros Primero y Segundo, que no son otros que el Director y Subdirector, junto con todos los discípulos, o sea los cadetes, deben ir a rendir cuentas y dar gracias a Dios a los altares del Convento de Santo Domingo. Este mandato se convirtió en una tradición que se cumple hasta el día de hoy, como lo mencioné al principio.

Pero la ENN tuvo un corto recorrido en esta primera etapa por problemas internos de la administración colonial. Aunque Manuel y sus Maestros habían previsto todo: las materias a dictar, la prioridad en las matemáticas y hasta las actividades prácticas en el primer buque escuela, el Bergantín San Francisco Xavier; la creación del instituto tenía una fuerte oposición desde la metrópoli a través del Comando Naval con base en Montevideo. Nuestro Primer Maestro Pedro Cerviño se había ganado la antipatía de muchos señores importantes y de Su Majestad. Sus ideas, como las de Manuel, conspiraban contra el Status Quo de la época. Esto queda explícito en el discurso de inauguración de la ENN por parte del propio Cerviño: “El comercio que hemos hecho hasta ahora se ha limitado a muy poca cosa, comprar en Cádiz lo más barato posible y vender en América lo más caro posible. Estos hombres encaprichados, no merecen el nombre de comerciantes”.

Esos hombres encaprichados le declararon la guerra al Consulado desde adentro y desde afuera. No tardó en llegar la Real Orden del 15 de Setiembre de 1806: “Así ha resuelto S.M. que lo haga entender a VE previniéndole que desaprueba el establecimiento de la referida Escuela y los certámenes expresados, como que todo se ha verificado sin su autoridad legítima y contra su terminante soberana voluntad que siendo el Comandante de Marina de Montevideo...a quien corresponda la observancia de los prevenido en estas materias, para tales establecimientos...Y finalmente, que no aprueba SM el nombramiento de Don Pedro Antonio Cerviño...porque para ese empleo...deben erigirse pilotos de la Armada, que lo deseen supuesta aptitud conveniente”.


PORQUÉ SE CREARON LA ENN Y OTROS ESTABLECIMIENTOS EDUCATIVOS

Belgrano nació en Buenos Aires el 3 de junio de 1770. Su padre, Domingo Belgrano Peri, era un comerciante nacido en Imperia, Liguria. Se había trasladado oportunamente a Cádiz para desarrollar su actividad y decidió afincarse en el Rio de La Plata ya como súbdito de la corona española. Arribó en 1751 y se casó con María Josefa González Casero en 1757, proveniente de una familia tradicional de Buenos Aires con quien tuvo 16 hijos, de los cuales sobrevivieron once. Manuel era el séptimo hijo de aquella numerosa y acomodada familia y convivió, además de con su tía materna, con una pléyade de esclavos y sirvientes. Vivían en una casa a metros del Convento de Santo Domingo, actual Avenida Belgrano 430. Pero la familia disponía de otras propiedades en la ciudad y tierras en otras localidades como las actuales Caseros y Vicente López. El ahora Don Domingo Belgrano Pérez, se dedicaba al comercio de diversos productos como plata, cueros, textiles, vinos, etc.

También a la compra venta de esclavos. Manuel cursó sus estudios primarios en el Convento de los dominicos cercano a su casa. Luego estudió en el Colegio de San Carlos, actual Nacional de Buenos Aires. Posteriormente su padre los envió a él y a su hermano Francisco a España. El mandato era que se instruyan en comercio para expandir y manejar el negocio familiar. Pero Manuel se vio envuelto y seducido por el clima de época y se graduó en leyes.

Asistió a dos Universidades, la de Salamanca de 1786 a 1788, y a la de Valladolid de 1789 a 1793. Mientras estudiaba en España, ocurrieron una serie de eventos en el seno de su familia que fueron determinantes en su vida futura.

Su padre se vio envuelto en hechos de corrupción con la Aduana. Parece ser que era amigo del administrador y se lo acusaba de haber sacado ventaja de ello, ganándose el encono del Virrey. Según se deduce del Archivo General de Indias, la causa se sustenta en malversaciones, derechos Reales impagos y otras faltas en supuesta complicidad con un tal Giménez, el administrador de la Real Aduana. El acusador era el mismísimo Virrey Loreto quien ordenó, en 1788, el embargo de bienes y el arresto domiciliario de Don Domingo. La opulenta y tranquila vida de la familia se hizo añicos y llegaron las privaciones.

La vida de Manuel tomó un giro inesperado y operó un cambio definitivo en su forma de pensar. Su padre murió en 1795 como consecuencia del disgusto, y él y algunos de sus hermanos, se hicieron cargo del entuerto. Había que levantar los embargos y ordenar la posesión de los bienes y la herencia. Esto demandó todos sus conocimientos adquiridos en el Derecho y sus influencias para resolver este problema. Se vio inmerso en un laberinto burocrático y de arbitrariedades que nada tenían que ver con el bien común de la gente y sí con mantener los privilegios de cierta clase de dignatarios y comerciantes.

Esto influyó dramáticamente en su forma de pensar. La decepción que sufrió con el affaire de su padre, se trasladó inexorablemente al sistema. Tal como lo describió en el discurso de Pedro Cerviño cuando fundó la ENN, Belgrano también dejó escrito en algunas de sus tantas Memorias al Consulado, algo parecido respecto a los comerciantes: “nada saben más que su comercio monopolista, a saber, comprar por cuatro para vender por ocho, con total seguridad”.

Finalmente, Manuel logró solucionar en el Concejo de Indias el problema de su padre. Todo indicaba su inocencia. Pero indudablemente ya había anidado en él, el germen de un cambio, que no era otra cosa que la emancipación. Y este germen pudo verse reflejado en sus medidas cuando asumió como secretario perpetuo del Consulado. Estas medidas se sustentan, además de lo padecido en carne propia con lo de su padre, en un marco teórico y filosófico que fue absorbiendo en su etapa de formación en España.

Manuel llegó a Europa en vísperas de la revolución francesa y pudo tomar contacto con las ideas de Rousseau, Voltaire, Adam Smith y del fisiócrata Quesnay. Mostró particular interés en una disciplina relativamente nueva como era la Economía Política. Las monarquías venían aplicando lo que se dio en llamar mercantilismo, una doctrina económica cuya principal característica era la férrea intervención estatal, con precios, aranceles e impuestos totalmente regulados. Pero había aparecido el liberalismo con la publicación del tratado La Riqueza de las Naciones de Adam Smith de 1746. Esta teoría económica se contrapone a lo establecido. En su obra, Adam Smith habla de la capacidad que tienen las naciones de producir transformaciones a partir de la tierra y sus recursos en un marco de libertad de comercio y sin intervención estatal.

Precedente a esto, Françoise Quesnay había hecho su aporte con la Fisiocracia, que, coincidiendo con el liberalismo económico, se resumía en la frase “laissez faire”, que significa dejen hacer. La fisiocracia establece que existe una economía natural basada en la riqueza que provee la tierra. O sea, el desarrollo de la agricultura en forma libre, se constituye en la base económica de una nación. Es necesario explorar y desarrollar técnicas para potenciar la producción, como el almacenamiento y la rotación de las tierras.

Manuel abreva de todo esto, pero no adopta una posición extrema ni dogmática, más bien cree que todas esas teorías son complementarias y se forma su propio ideario. Si uno quisiera evaluar el pensamiento político y económico de Belgrano de aquella época, hay que recurrir a las memorias consulares que no son otra cosa que los informes anuales que confeccionaba cuando estaba a cargo del Consulado. Se observa una obsesión por la educación, por la formación técnica y en oficios para transformar los medios de producción de manera que la región entre en un ciclo de industrialización incipiente, que se fomente la producción de artesanías de manera de comercializar productos terminados. Estaba en contra de la preeminencia de la ganadería, actividad que consideraba poco industriosa, sin valor agregado, propiciando la dejadez y el atraso. Belgrano era muy católico y consideraba al clero como un vehículo de formación, guía y desarrollo, adjudicándole roles de docencia y capacitación en las técnicas de trabajo de la tierra y los cultivos.

Una de sus mayores preocupaciones era la agricultura. En la memoria consular de 1802 podemos observar casi un alegato industrialista: “Todas las naciones cultas se esmeran en que sus materias primas no salgan de sus estados a manufacturarse, y todo su empeño en conseguir, no solo darles nueva forma, sino aun atraer las del extranjero para ejecutar lo mismo. Y después venderlas”.

En el Correo de Comercio, instaba en uno de sus artículos, a la necesidad de formar un sólido mercado interno que permita una equitativa distribución de la riqueza: “el amor a la patria y nuestras obligaciones exigen de nosotros que dirijamos nuestros cuidados y erogaciones a los objetos importantes de la agricultura y la industria por medio del comercio interno para enriquecerse, enriqueciendo a la patria porque mal puede esta salir del estado de miseria si no se da valor a los objetos de cambio y por consiguiente, lejos de hablar de utilidades, no solo ven sus capitales perdidos, sino aun el jornal que les corresponde. Solo el comercio interno es capaz de proporcionar ese valor a los predichos objetos, aumentando los capitales y con ellos el fondo de la Nación, porque buscando y facilitando los medios de darles consumo, los mantiene en un precio ventajoso, así para el creador como para el consumidor, de que resulta el aumento de los trabajos útiles, en seguida la abundancia, la comodidad y la población como una consecuencia forzosa. Incluso llego a proponer, estamos hablando de finales del siglo 18, una suerte de reforma agraria basada en la expropiación de tierras baldías para cederlas a los desposeídos”.

Los informes o memorias consulares de Belgrano, hablan más bien de sus proyectos y de lo que se debía hacer, y no tanto de la obra realizada. En la primera memoria consular que corresponde al año 1796, propone la creación de siete tipos de establecimientos educativos a saber: Escuela de Comercio, Academia de Geometría y Dibujo, Escuelas agrícolas, Escuelas de hilanzas de lana y algodón, Enseñanza primaria, gratuita y obligatoria, Escuelas para mujeres y la creación de nuestra Escuela de Náutica. Cada uno de estos ítems son perfectamente justificados, para el caso de la Escuela de Náutica escribe lo siguiente: “Es forzoso se ponga igualmente, como medio de la protección del comercio, una escuela de náutica, sin cuyos principios nadie pudiese ser patrón de lancha en este rio...La utilidad y ventaja que proporcionara este establecimiento, aun para los que no quieran seguir la carrera de la navegación, no será bien ponderada jamás, ni yo puedo hacerla ver claramente”.

Como dijimos, la Academia Náutica fue combatida por las autoridades peninsulares, y si no fue cerrada antes, fue debido a la insistencia de Manuel y del Primer maestro Pedro Cerviño a quien le negaron su salario. El mismo Cerviño se hizo cargo, además, de proveer útiles y libros de su propio bolsillo a los alumnos. Belgrano logró poner en funcionamiento la Academia de Geometría y Dibujo. En sus escritos, Manuel argumenta la necesidad del dibujo técnico para la formación de distintos oficios y profesiones, pero las autoridades también se opusieron alegando que era “un lujo” que la Corona no se podía dar en el estado de guerra en que se encontraba. Funcionaba en el mismo edificio del Consulado, pero solo permaneció poco tiempo. La preocupación por la educación fue algo que Manuel no abandonó jamás, y prueba de ello son las escuelas primarias que fue fundando durante su actuación militar posterior.

Como se dijo, la Escuela de Náutica fue desactivada por Real Orden de 1806 y fue reabierta recién en 1819. Esta segunda Escuela de Náutica se refunda por iniciativa del Piloto de Altura Antonio Castellini “para formar pilotos capaces de conducir una nave a cualquier parte del mundo”. El Director Supremo Pueyrredón autoriza su apertura. Luego de varios cierres y reaperturas y cambios de sedes, la “Escuela de Pilotos” nació en 1895 bajo la presidencia de José Evaristo Uriburu. En 1896 el PEN da por aprobado su reglamento y Plan de Estudios y se inician los cursos en un local provisorio cedido por el Ministerio de Educación.

En 1900 pasó a depender del Ministerio de Marina y en 1927, después de cambiar de variosasentamientos, se inicia la construcción del edificio definitivo que se concluye en 1946.

Por sus aulas pasaron muchos nombres ilustres como Bernardino Rivadavia.


LA MARINA MERCANTE Y LA GUERRA

Si bien nuestra formación se corresponde a una actividad civil, los marinos mercantes no han dudado en tomar las armas cuando la situación lo ha demandado. Nuestro mayor héroe naval, el Almirante Guillermo Brown, se inició en las artes del mar siendo muy joven, como grumete en un barco mercante hasta obtener su matrícula de Capitán luego de diez años de servicio en el Atlántico norte. El mencionado primer buque escuela, Bergantín San Francisco Xavier al mando de un capitán mercante, en 1801 se trabó en combate con tres buques portugueses fuertemente artillados que practicaban el contrabando en las costas del Brasil. Los buques portugueses fueron capturados y entregados a las autoridades. La Marina Mercante es una herramienta fundamental para la logística en situación de conflicto bélico. Los buques mercantes no están artillados como antaño, pero son esenciales para el suministro, el transporte de tropa, armamento, víveres, así como también para recolectar datos. Aunque no se haya difundido para el gran público, durante el conflicto del Atlántico sur se vieron involucrados 5 transportes Navales de la Armada, 24 buques cargueros de ELMA (Empresa Líneas Marítimas Argentinas), 1 carguero de empresa armadora privada, 6 buques tanque de YPF, 3 buques de YCF (Yacimientos Carboníferos Fiscales), 2 barcos auxiliares de empresas privadas, 13 pesqueros de altura y el Buque Escuela Piloto Alsina de la ENN. Un total de 55 buques mercantes. Durante el conflicto, yo estaba embarcado como Pilotín en el Buque Rio Calchaquí de ELMA. Habíamos sido asignados para llevar suministros a Puerto Argentino en plena ocupación de las islas. A último momento cambió la orden y fue enviado el buque Rio Carcarañá, que a la postre fue hundido por un ataque ingles en la rada de Puerto Argentino. Nosotros, con el Rio Calchaquí, fuimos a buscar a la brigada de Tanques de Magdalena luego de la rendición. Trajimos en nuestras bodegas a todos los tanques y vehículos auxiliares desde Punta Quilla a Buenos Aires.

Un total de 16 marinos mercantes perdieron la vida en la guerra de Malvinas por el hundimiento de sus buques. Sus cuerpos no tuvieron otra tumba más que el mar. “Clama el viento y ruge el mar” de la canción: Malvinas Argentinas

En marzo de 1802, Manuel Belgrano pronunció un discurso, donde dijo: “ ...De aquí van a salir individuos útiles a todo el Estado y en particular a estas Provincias, sabéis que ya tenéis de quien echar mano para que conduzcan vuestros buques; sabéis también que hallareis jóvenes que con los principios que en ella adquieran, como acostumbrados al cálculo y a la meditación, serán excelentes profesionales en todas ciencias y artes a que se apliquen, porque llevando en su mano la llave maestra de todas las ciencias y artes, las matemáticas, presentarán al universo, desde el uno al otro polo, el cuño inmortal de nuestro celo patrio...”.

Los Oficiales de la Marina Mercante somos directos beneficiarios de la obra belgraniana. Todo lo que he alcanzado laboralmente se lo debo a la formación que he recibido de la institución que él fundó y defendió junto con el Ingeniero Cerviño. Durante toda mi carrera he vuelto, una y otra vez, a la querida escuela en busca de conocimientos, cumplimentar los cursos de ascenso, rendir exámenes, cursos de perfeccionamiento y actualización para cumplir con la OMI, obtener título de grado y hacer postgrados.

Belgrano nos dejó como baluarte no solo el profesionalismo, sino también: el amor a la Patria, la resiliencia, la abnegación, la solidaridad, la empatía, el compromiso con el otro y la fuerza interior para afrontar la dura vida en el mar.

Mi agradecimiento para con Manuel, es solo comparable con la admiración que siento por él. No dudo que es el sentimiento compartido por todos los egresados de la ESCUELA NACIONAL DE NAUTICA “MANUEL BELGRANO”.

Alocución del Sr. Prof. D. Rubén Alberto Gavaldá y Castro en ocasión de la concesión de la Orden Militar del Norte al descendiente del Libertador General Simón Bolivar

Nos encontramos reunidos para agasajar a don Michel Capelo Portillo, descendiente de la Familia Bolívar – Palacios; sobrino nieto de Simón B...