martes, 9 de septiembre de 2025

Manuel Belgrano y Pío VI

 


La Academia Belgraniana de la República Argentina acerca el pensamiento del Académico y Primer Presidente de la ABRA profesor Jorge Gulló y Paternó sobre Manuel Belgrano. 

Son desgravaciones del Ciclo homenaje al General Manuel Belgrano que la Entidad Patriótica realizó en junio de 2020. Moderador: Académico profesor Rubén Alberto Gavaldá y Castro. Desgravación a cargo de la Dama Belgraniana Sra. Liliana Videla y del Consejero Académico Sr. Ernesto Martinchuk.


Academia Belgraniana de la República Argentina
Rectora de los Estudios Belgranianos

1965 - 60 Aniversario - 2025





Manuel Belgrano y Pío VI


Profesor Jorge Gulló y Paternó, estamos nuevamente en la Sala y Biblioteca de la Academia Belgraniana de la República Argentina, iniciando esta tercera semana en este ciclo que la propia Academia crea para homenajear al Libertador de Pueblos, al General don Manuel Belgrano.

El General, el doctor Manuel Belgrano, era un intelectual, un inquieto por conocer más de lo que había recibido en Buenos Aires en aquel entonces y luego en las dos universidades donde estudió en España.

Llega a escribirle una carta a Pío VI y a solicitar un permiso para leer libros prohibidos. Esa licencia que le concede el Pontífice es ad vitam, es para toda la vida. ¿Qué nos puedes decir de esa instancia de Belgrano y esos libros prohibidos? ¿Qué le aportaron, cómo formaron al General?

 

Es un ejemplo de admiración al saber del Pontífice y su autoridad y al mismo tiempo un gran valor moral del prócer al dirigir, con toda deferencia y respeto, una misiva solicitándole el permiso para leer libros que no tenían acceso todas las personas.

¿Cómo Belgrano hizo eso? Porque sabía de su sinceridad, de sus conocimientos, de sus inquietudes y del respeto que debía a la máxima autoridad cristiana en la tierra.

Es un mérito.


Sí, claro.

Es una humildad de él, por el gran saber.


¿Usted recuerda cuáles fueron esos libros o de qué temática versaban?

No recuerdo exactamente todos aquellos, pero algunos se referían a cuestiones de los oráculos, las magias y toda la fantasía alrededor del mundo misterioso, lo que revela la criteriosidad del hombre que deseaba conocer del Sumo Pontífice, máxima palabra, máxima autoridad, una opinión concreta y veraz.


Y fue un permiso para toda la vida

Sí.


Un permiso excepcional. No era muy frecuente que un Pontífice concediera ad vitam un permiso para leer los libros que no se podían leer, que no estaban en los anaqueles de las bibliotecas comunes de los ciudadanos.

Sí, Belgrano tuvo el privilegio de obtener todo lo que quiso, todos los permisos que quiso: leer libros prohibidos, autorizar a investigar elementos de historia que estaban velados a muchos, lo que permite suponer que inspiraba una confianza celestial en los rectores de la Iglesia de ese momento.

Inspiraba respeto, admiración y la más altísima consideración. Era un joven.


Claro.

Y los Pontífices eran hombres de espíritu, de conocimiento, de experiencia, de controversias.


Es cierto, era joven pero con el grado suficiente de discernimiento para que esos libros prohibidos no le afectaran su condición de católico y le sirvieran para nutrirse de otras fuentes, de otros elementos que no eran frecuentes.

En aquella época los libros se temían por lo que decían.

Él tenía la inquietud de conocer esas versiones de la vida y de relación. Y seguramente por intervención divina consiguió un permiso que no era tan fácil de obtener.


Muchas gracias.

Y ahí uno de los méritos.


Sobrados méritos, es cierto. Muchas gracias, Señor Presidente.

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