La Academia Belgraniana de la República Argentina acerca el pensamiento del Académico y Primer Presidente de la ABRA profesor Jorge Gulló y Paternó sobre Manuel Belgrano.
Son desgravaciones del Ciclo homenaje al General Manuel Belgrano que la Entidad Patriótica realizó en junio de 2020. Moderador: Académico profesor Rubén Alberto Gavaldá y Castro. Desgravación a cargo de la Dama Belgraniana Sra. Liliana Videla y del Consejero Académico Sr. Ernesto Martinchuk.
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Profesor Jorge Gulló y
Paternó, nos encontramos transitando estos días y analizando la vida,
pálidamente y brevemente, porque sería muy vasto querer abordar todo, sobre don
Manuel Belgrano en este mes de junio de 2020 que conmemoramos estas fechas tan
significativas dentro de la patria, del contexto de la patria. ¿Belgrano
periodista? ¿Belgrano economista? ¿Belgrano defensor de la mujer en aquel siglo
XIX?
Esa es la
misión de los apóstoles, ayudar a los vivientes, sea cual fuere su vocación, su
trabajo, o la misión que Dios le haya encomendado en la vida, formar un hogar,
tener hijos, dar soldados a la patria, dar médicos, dar hombres de leyes, dar
maestros formadores de la mentalidad. Yo pienso que siempre está la mano de
Dios rectora de todas esas ilusiones. Creo que esta es la respuesta a su
inquietud tan lógica.
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En un momento de sus
escritos, el general Bartolomé Mitre dijo que refiriéndose al general Belgrano,
él será apreciado cada día a medida que vayan revelándose las páginas de su
vida. ¿Cuáles son las páginas que pocos sabemos los argentinos de Belgrano?
Porque siempre queda la creación de la Bandera, quizás el Consulado y quizás la
comandancia del Ejército del Norte, pero ¿cuáles son esas páginas de su vida a
las que se refiere Mitre, que aún faltan por ver, por descubrir?
A mí me
gusta ver toda la vida de Belgrano. No quiero molestar a nadie, no quiero
disminuir a nadie, pero supongo que deben ser muy pocos los que conocen la
grandeza de Belgrano. Que fue héroe indiscutible y libertador de pueblos.
Reconocido justamente por el ilustre historiador que usted acaba de nombrar,
don Bartolomé Mitre, quien tal vez llevado por la mano del Señor, concibió la
ilusión inmensa de trazar las líneas de una vida de Belgrano, líneas de oro
puro, de oro del cielo.
Con esto
quiero llegar a una de mis ideas. Siempre he considerado que Manuel José
Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano era un santo merecedor de ocupar un lugar
en los altares. Mi deseo, mi aspiración, mi ilusión, que no la veré
por lo menos estando en la tierra, pero sí tal vez en el cielo, ver su figura
llevada a los altares de las almas que alcanzaron nada menos que la dignidad
espiritual en el mundo.
Porque los
seres humanos, aunque tal seamos, hemos sido llamados a ser santos.
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Ciertamente, y el general Belgrano
ha cumplido las virtudes cristianas heroicamente.
A mi modo de ver, Belgrano es un santo. Tal vez no, como decía Monseñor Furlon, a la manera que la Iglesia lo desea, pero fue un santo varón. Y nos sentimos muy honrados y orgullosos de haber tenido la inspiración de fundar una Academia que, además de la Bandera, perpetuará su nombre.